Roberto
Baschetti

Sánchez, Alejandro Emilio

Marcelo Sánchez volvió a recorrer las calles del barrio de Los Hornos, en La Plata, donde vivió hasta los siete años. Quería contarles a sus tías y primos que con el aporte indispensable del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) recuperó los restos de su padre, Alejandro Emilio Sánchez, secuestrado el 8 de noviembre de 1976, escriben en el periódico del 30-9-2011, dos periodistas de Tiempo Argentino. “Ya era tardecita –rememora Marcelo-. Rodearon la casa que estaba al frente y no dejaron salir a nadie. Fueron directo al fondo, donde vivía con mi abuela y lo sacaron”. Desde agosto de 1973, a poco de ser fundada, Sánchez participaba en la “Unidad Básica Juan Pablo Maestre”, que funcionaba en la calle 68 y 142, el corazón de un barrio con esperanzas y calles de tierra. Jorge Pastor Asuaje, jovencito que lo conoció de la militancia, recuerda que detrás de ese pelo enrulado largo y los mostachos mexicanos, se escondía un tipo humilde, generoso, festivo y dado como pocos, además: “Alejandro no era un periférico ni un cuadro de la organización. Tenía un acuerdo político, pero quizás no una coincidencia total. Seguía siendo más leal a los dogmas del ‘Viejo’ (Perón) que a los bríos de la izquierda juvenil. Su identificación con nosotros se daba desde lo sentimental y desde lo histórico ya que siempre había sido peronista”. Además de su militancia, Sánchez tenía tiempo para su familia y los turnos rotativos de la fábrica Peugeot donde laboraba y también para realizar algunas changas de albañilería. “Para el Día del Niño juntaba juguetes, pero a mí no me dejaba tocar ninguno, era todo para la repartija en el barrio” recuerda su hijo. Cuando la represión bajo el gobierno de Isabel se intensificó, Alejandro Sánchez siguió con los muchachos a través de su incorporación al Peronismo Auténtico. Más de una vez dio refugio en su hogar a compañeros montoneros perseguidos. Una vez pudo escapar con vida de una cacería en el barrio llevado adelante por las fuerzas represivas, pero saquearon su casa y quemaron la Unidad Básica. Fue visto en los CCD Comisaría 5º de la capital bonaerense y en Pozo de Arana, donde compartió cautiverio con Jorge Julio López (ver su registro); el propio López dijo oportunamente que no lo mataron por aquel entonces debido a “como rompió las pelotas Sánchez para que me largaran”. A Sánchez, con 31 años, lo ejecutaron de un balazo en la pelvis, luego de una bomba puesta por Montoneros en la Jefatura de la Policía de la Provincia (gestión del genocida general Camps), lo que movió a estos a una represalia sangrienta: sacaron cautivos ilegales y los asesinaron, haciéndolos aparecer muertos en falsos enfrentamientos. El cadáver de Sánchez fue enterrado como NN en el cementerio Municipal de Vicente López hasta su recuperación definitiva. “Mi viejo está más allá de los restos óseos, está siempre presente. Pero esta semana encontré un lugar donde llorarlo” aclara su hijo Marcelo.