Nacido el 22 de febrero de 1937 en Córdoba. Pasó la infancia en el extranjero ya que su padre era diplomático. Quienes lo conocieron lo recuerdan como un ser generoso, precoz, algo retraído, infatigable lector, impaciente, con gran sentido del humor. Estudió Derecho en la Universidad Católica Argentina (UCA); pero otro registro dice que fue en la Universidad del Salvador (USAL). Abogado. Defensor de presos comunes y presos políticos peronistas revolucionarios. Militante él también de la misma causa, en el Partido Peronista Auténtico (PPA). Docente universitario de Derecho Internacional Público, miembro del Instituto Americano de Estudios Jurídicos Internacionales, dependiente de la OEA y miembro fundador titular de la Asociación Argentina de Derecho Internacional, entre otros cargos relevantes. También, director de estudios y profesor en la Universidad Católica de Mar del Plata. En marzo de 1973 es nombrado Jefe de Gabinete del Ministro de Relaciones Exteriores Juan Carlos Puig, en el gobierno peronista del FREJULI (Frente Justicialista de Liberación) de Héctor J. Cámpora. Se sabe qué honrando su función, viajó a Chile para rescatar con vida al investigador riojano Rubén Tsakoumagkos de las garras de la dictadura pinochetista. Daniel fue secuestrado el 10 de noviembre de 1976 a las 6 de la mañana en su hogar de Palermo, de la calle Guatemala 4860/6º 27, –conjuntamente con su pareja Liliana Andrés- y salvajemente torturado. Fue visto en la ESMA. A Liliana –que luego dejaron en libertad- los marinos le dijeron que Daniel era “más peligroso que un guerrillero porque era un ideólogo”. Sigue desaparecido. Alguien que lo conoció dijo: “Desde chico demostró ser una persona excepcional. Su inteligencia y sofisticación no le permitió aceptar los conceptos anticuados que le enseñaban en su escuela secundaria –pero respetaba y aún veneraba a sus maestros-. Eligió como opción de vida luchar por la democracia y los derechos, y su labor lo puso a menudo en contra de los intereses de su clase”. Otra persona que hizo sobre él, una reseña de su vida, la termina así: “Su defensa de presos políticos en la Argentina y Chile, el exhaustivo informe al III Congreso de la Asociación Argentina de Derecho Internacional sobre el aumento de las violaciones al derecho de asilo, sus permanentes denuncias sobre las duras condiciones en las cárceles y la general inobservancia de los derechos humanos en la Argentina, son aspectos de su larga búsqueda de la justicia. Luchó con armas legales y políticas, y con creciente coherencia, contra la violencia institucionalizada. Después del último golpe militar, siguió defendiendo a presos políticos, asumiendo el riesgo que ello implicaba. Por eso había que acallar su voz, silenciarlo y hacerlo desaparecer. Por él y por tantos otros como él, pueblo argentino mantiene una memoria dolorida, tenaz, implacable”. Una baldosa con su nombre en su homenaje, está colocada frente a la puerta del edificio en que habitaba, Fray Justo Santa María de Oro 2336, Palermo.