Roberto
Baschetti

Falcone, María Claudia

“Nucha” nació el 16 de agosto de 1960 en La Plata. En 1973, ingresó a la Escuela Superior de Bellas Artes para comenzar su secundario. Lo de “Nucha” viene por el lado, de la locutora radial de los años ’70, NuchaAmengual, que tenían una voz aterciopelada y cautivante para su público radio-escucha y por el absurdo, a María Claudia de voz fuerte y estridente, la empezaron a apodar del mismo modo. Ya en ese momento fue elegida delegada de curso y su militancia estaba consustanciada con los principios de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), el brazo secundario de Montoneros, donde ella tenía el grado de “Aspirante”. María Rosa Torras, “Marocha” la recuerda de este modo: “Había algo de temerario al charlar con Claudia porque era una chica de tantos recursos que uno pensaba ‘si digo esto va a venir a decirme aquello’; era muy especial. De alguna manera te tensionaba la respuesta si se trataba de un planteo serio. Era una mina de una inteligencia tan extraordinaria que te daba vuelta todo y terminaba convenciendo por el poder argumentativo que tenía. Ella no repetía slogans o frases, era una estudiosa de verdad. Tenía un pensamiento lateral, divergente. Era admirable. Pero te repito, cuando era un planteo serio. Con sus amigas, en cambio, le gustaba cagarse de risa, hablar de chicos, de ropa, lo que hace una adolescente de su edad”. Falcone tuvo un novio que quiso mucho y que fue su primer amor, Roberto “Willie” Silva, que pasó por la UES y la Juventud Guevarista antes de abandonar definitivamente la militancia: el primer beso que se dieron fue porque Claudia lo apuró a él. Y es él, quien la recuerda de este modo: “Claudia tenía la solidaridad en la sangre, era totalmente solidaria. Y no lo hacía para fingir una postura, le salía naturalmente. Me acuerdo que una tarde estábamos en Plaza San Martín, y llovía torrencialmente y ve pasar a un chico que se estaba cagando de frío y la mina se saca la campera y se la da. Así de sencillo, lo vio, lo llamó, y le dio la campera. Después de tener esa actitud me sigue hablando como si nada hubiera ocurrido, como si esa acción no hubiera pasado, era así de solidaria. Y si alguien le preguntaba por qué hizo eso, te respondía: ‘Él no tiene, yo tengo otra en mi casa, me mojaré como mucho tres cuadras’”. Era normal verla en tareas de sanidad y apoyo escolar en villas y barrios carenciados del gran La Plata. Resultaba de lo más común también, que compañeros humildes de su colegio, merendaran o cenaran en su casa invitados por ella. También –como dije- que usaran su ropa abrigada o nueva, esa que nunca se podrían comprar por sus propios medios. En la primavera de 1975 con otros compañeros se ocupó de lleno por lograr un boleto secundario accesible para todos los pibes estudiantes. Pero está claro que ella y sus compañeros luchaban por mucho más que un boleto estudiantil. Fue privada de su libertad el 16 de septiembre de 1976 por un grupo de tareas a la edad de 16 años. Ocurrió, pasada la medianoche, en tanto se encontraba en el domicilio de una tía abuela, en calle 56 N° 586 de La Plata junto a su amiga y compañera de militancia María Clara Ciocchini (oficial montonera), a la que también se llevaron (ver su registro). En la casa guardaban armas cortas y granadas. Fueron dos de las víctimas de la fatídica “Noche de los Lápices”. Ante de ultimarla, a María Claudia Falcone se la retuvo en cautiverio forzado en el “Pozo de Arana” y luego en la Brigada de Investigaciones de Banfield (“Pozo de Banfield”), provincia de Buenos Aires, sitio que dependía operacionalmente del Primer Cuerpo de Ejército. Fue torturada y violada reiteradamente. Cuando Pablo Díaz un compañero y conocido suyo de La Plata, salió en libertad del Centro Clandestino de Detención, se le ocurrió decir para levantarle el ánimo a María Claudia: “Nos vemos afuera, cuando te liberen”; ella le responde: “No Pablo, nosotros no vamos a salir. Brinden por nosotros todas las navidades”. Hoy, una calle de La Plata lleva su nombre (desde el año 2003) y una escuela secundaria en Capital Federal también (Escuela Media Municipal N° 7 del Barrio de Palermo, por decisión de sus alumnos y profesores con 250 votos, en el año1998. Detrás quedaron los otros dos ternados: Xul Solar y Oliverio Girondo). El 26-11-2007 se colocó una baldosa que la recuerda y simboliza la elección. Una segunda baldosa se instaló en la sede del colegio de la calle Yatay. Cabe acotar, por último, que, en la ciudad de Villa Mercedes, San Luis por ordenanza Nº 1362-o, del 20 de agosto de 2002, hay una calle con su nombre. Néstor Beroch, profesor de Literatura y ex integrante de Concentración Nacional Universitaria (CNU) en los años de plomo –un banda parapolicial y paramilitar de extrema derecha- fue expulsado de su cargo docente en 2004: el legajo 3.675 de la Conadep lo menciona como uno de los integrantes del grupo de tareas que secuestró a los estudiantes de “La Noche de los Lápices”. Precisamente con este título el director de cine Héctor Olivera estrenó una película en 1986 y los periodistas María Seoane y Héctor Ruíz Nuñez, un libro en ese mismo año. Actualmente, en el curso de este año 2017, apareció el libro: “María Claudia Falcone. Políticas revolucionarias en bachilleratos de los años 70” escrito por Leonardo Marcote; un completo relato de la vida y la obra de esta joven peronista revolucionaria que ya ha entrado, para quedarse definitivamente, en la historia educacional secundaria de la Argentina. Su sobrino JuanoFalcone escribió no hace mucho: “No creo que ningún cielo nos reúna, y por eso no espero nuestro abrazo. Pero han dicho por allí que el único cementerio es la memoria, y ahí sí que estos canallas la tienen difícil: deberán lidiar con tu eternidad. ¡Hasta la victoria siempre Tía! Te amo”.