Roberto
Baschetti

Federico, Martín

Cordobés. A este juez, la muerte lo sorprendió en su despacho el 21 de diciembre de 2005. Hubo pesar y dolor por el fallecimiento de un hombre probo en administrar justicia. Pero muy pocos sabían de su pasado. Como a Pablo Neruda, bien le habría cabido el título de su libro “Confieso que he vivido”. Militante del peronismo revolucionario en la década del ’60, su padre había sido el intendente de Córdoba hasta que los “gorilas” irrumpieron el 16 de septiembre de 1955. Amigo y abogado del “Negro” Atilio López y del “Gringo” Agustín Tosco interviene públicamente en la gestación de esa epopeya nacional que fue el “Cordobazo”, allá por mayo de 1969. También fue letrado de los sindicatos clasistas cordobeses de Fiat y Materfer (SITRAC-SITRAM). Sufrió prisión en la gélida cárcel de Rawson, Chubut, durante la dictadura militar de Onganía y Lanusse. En el gobierno peronista que asume el 25 de mayo de 1973 y durante “la primavera camporista” es designado en la Universidad de Córdoba, como decano de la Escuela de Trabajo Social dependiente de la Facultad de Derecho. A fines de 1973 participa en la dirección del Frente Revolucionario Peronista (FRP) provincial, que a nivel nacional lidera Armando Jaime. La situación en Córdoba luego del derrocamiento del gobierno constitucional de Obregón Cano se vuelve caótica y comienzan los asesinatos de militante populares como sus amigos Atilio López y Alfredo Curuchet. Decide sumarse al Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP) donde es visto medio como un “bicho raro” por su origen peronista. A mediados de 1976 su nueva organización revolucionaria decide enviarlo al exilio para que se sume a la Comisión Argentina de Derechos Humanos (CADHU) con sede en París, con la finalidad de denunciar públicamente los crímenes de la dictadura militar. Como dice su entrañable amigo Manuel Gaggero, Martín Federico fue “poeta, excelente guitarrista, era el animador de todos los encuentros políticos y sociales de aquellas décadas. Autor de un chamamé que recrea la ficción de un correntino que llega a Cuba y se encuentra con Fidel; Martín era una persona querible, dicharachera y divertida”.