Roberto
Baschetti

Federico, Rubén René

“Colorado”. Junto a Demetrio Tarazzi y Simón Schumovich fueron secuestrados y asesinados por la Triple A, después de firmar una solicitada junto a la Confederación General del Trabajo (CGT) en contra de las políticas económicas neoliberales y entreguistas, impulsadas por el entorno de López Rega. Ocurrió el 11 de abril de 1975 y sus cuerpos aparecieron semicarbonizados adentro de un automóvil estacionado en el barrio de Parque Centenario. Los tres eran parte de la conducción nacional del Encuadramiento de la Juventud Peronista, más conocida en el ámbito de las J.P. como “Los Demetrios”, en clara referencia al nombre de Tarazzi. Inclusive cuando los querían hacer engranar, les decían que su apodo era por el film de Peter Lorre titulado “La Máscara de Demetrios”, una película de intrigas y conspiraciones donde nada era lo que parecía ser. Otros compañeros, más incisivos y socarrones, les decían “los comeporotos”, porque ésta era la legumbre que predominaba en su dieta alimenticia, cuando se reunían en una isla del Tigre para hacer instrucción política y militar. También por la zona, se reunían a discutir y planificar, en la parte de atrás de la parrilla “Lo de Aroldo”, ubicada frente a la Prefectura Marítima del Tigre. Para disimular su acción ante la dictadura de Lanusse, siempre caían al lugar en parejas, ya que, en la parte de atrás del establecimiento, había también cuartos que eran alquilados como si fueran parte de un hotel alojamiento. Ellos –Los Demetrios- siempre se consideraron parte de la Tendencia Revolucionaria del Peronismo (TRP). Comenzaron siendo 30 ó 40 y llegaron a reunir 3.000 voluntades en 1973. Su campo de acción eran los sectores y capas intermedias de la población ilustrada, donde precisamente el peronismo no era muy popular que digamos. Como tantos otros grupos jóvenes y combativos de la Juventud Peronista, armaban actos relámpagos, entrenaban grupos de choque y autodefensa, seleccionaban objetivos y fabricaban bombas molotov. El “Colorado” Federico militó en su barrio de Quilmes, provincia de Buenos Aires, donde era todo un referente. Parsimonioso, callado, expectante; eran tres de sus características particulares. Pero cuando hablaba hacía sentir su personalidad y era duro de persuadir cuando estaba convencido de algo. Un domingo, navegando en un bote al anochecer –dice Roberto Manrique, compañero de organización- Federico me contó que extrañaba a su compañera, su barrio, el café de la esquina, pero que en ciertos momentos de la vida uno tiene que tomar una decisión y él la había tomado, dejando de lado otras cosas que le gustaban. Consideraba que era muy difícil alcanzar grandes objetivos sin sacrificios.