Nació en 1932. Su primer trabajo fue en una farmacia del barrio de La Boca donde hacía las veces de cadete. Y cumpliendo con la entrega de un pedido de medicamentos en Casa de Gobierno conoció a Evita y su destino quedó marcado para siempre. Caído Perón en el ’55 fue un activo partícipe de la Resistencia Peronista, durante los 18 años en que hubo que enfrentar a la oligarquía, al imperialismo y sus aliados locales (la burocracia sindical vandorista entre otras plagas) para lograr el definitivo retorno de Perón a la patria. En el ámbito gremial llegó a ser secretario general del Sindicato de Farmacia, integrando desde su fundación La Lista Blanca de la Asociación de Empleados de Farmacia (ADEF); pero antes estuvo presente en la toma del frigorífico Lisandro de la Torre junto al compañero Sebastián Borro y fue parte activa -como fundador- de la CGT de los Argentinos con Raimundo Ongaro a la cabeza. También fue amigo de John W. Cooke y como él entendió que el peronismo debía ser combativo y revolucionario a la vez, para lograr la toma del poder. También enfrentó a la última dictadura cívico-militar que padecimos los argentinos a partir del 24 de marzo de 1976 y desde 2003 apoyó a Néstor Kirchner y Cristina Fernández en la recuperación del país, saqueado y fundido previamente por el neoliberalismo más rapaz. Entendía que ambos bregaban por la inclusión social, la equidad en la distribución de la riqueza y la aspiración de llegar a un modelo nacional independiente y con justicia social. Pero siempre miro más lejos que a lo acotado de nuestras fronteras: con motivo del festejo de un nuevo 1º de Mayo, en 2004, en la Federación Gráfica Bonaerense afirmó: “Dentro de esa historia que nosotros tenemos y llevamos adelante, juntémonos todos, sigamos peleando por esa unidad de acción, como decía la CGTA; unidad de acción, unidad desde las bases. Aunque no pensemos igual, luchemos por la liberación no sólo de Argentina, luchemos por la liberación de América Latina, porque el proyecto de Bolívar y San Martín está vigente”. Falleció el 3 de marzo de 2013, a la edad de 80 años, debido a una afección cardíaca; sus restos fueron llevados al cementerio de la Chacarita. Su hijo, Jorge Ferraresi es el actual jefe comunal de Avellaneda. Puedo decir con propiedad que bajo la gestión de Alfredo al frente de su sindicato; el mismo siempre estuvo abierto para todos los compañeros, ya fuera para reunirse y discutir estrategias, para hacer volantes y comunicados o para presentar proyectos. Sin ir más lejos en el año 2009 me facilitó el auditorio de su sindicato en la calle Rincón al mil, para la presentación en sociedad de los dos tomos de mi libro “La clase obrera peronista”; un evento que concluyó a sala llena y con todos los presentes cantando “a capella” por los compañeros secuestrados-desaparecidos. Alfredo fue un gran dirigente sindical peronista, pero también un gran hombre de sentimientos y conducta ejemplar que me privilegió con su confianza y amistad, contándome muchos hechos de la resistencia que lo tuvieron como protagonista o testigo. Su manera tan porteña como tanguera de contar las cosas siempre permanecerá conmigo, como marca indeleble de un hombre que siempre se la jugó por sus ideales.