“Pedro”. Nació en Santa Fe el 5 de enero de 1956. Tuvo una infancia y adolescencia donde descolló por su catolicismo practicante. Fue muy buen estudiante y se destacó en disciplinas tan interesantes como disímiles: las artes, la natación y la guitarra. En 1969 se recibió de Bachiller en el Colegio (jesuita) de la Inmaculada de Santa Fe, siendo abanderado de su promoción y merecedor de la medalla de oro por ser el alumno más destacado por los méritos acumulados. Decidió donar simbólicamente el valor de ese premio para ayudar a la beca de otro alumno del colegio, porque prefirió “el ser, al tener” como dice en su diploma. Siempre desde el cristianismo fue a ayudar a los barrios. Su inclinación por la carrera de Medicina (en Córdoba) siempre la sintió como una profesión para ayudar a los más desprotegidos. Fue médico a los 24 años. Y empezó su militancia en el peronismo montonero. En los años ’70 llegó a su vida María Raquel Laluf (ver su registro), una adolescente llena de alegría y dueña de una sonrisa inolvidable con la que novió cuatro años y se casó ya en Córdoba en 1974. Asesinado en la capital de esa provincia (calle Saráchaga 1232), a los 24 años de edad, cuando resistió su detención. Ocurrió el 17 de agosto de 1976. También mataron a su esposa. La casita en que habitaban –otra muestra de barbaridad- fue demolida a cañonazos en el operativo militar; antes rompieron y robaron todo lo que había de valor. Los padres de ambos trataron de recuperar algo y vendieron lo que quedó de la casita e hicieron una donación en efectivo a la capilla Cristo Obrero, donde Fernando estuvo muchos años colaborando con el padre Catena.