Roberto
Baschetti

Argumedo, Alcira Susana

Por la tarde del domingo 2 de mayo de 2021, falleció la socióloga más importante que tuvo la Argentina a lo largo de su corta historia en el ámbito de las ciencias sociales. Su deceso fue producto de una enfermedad pulmonar grave. Tenía 80 años. La conocí personalmente cuando ya estaba de vuelta instalada en Argentina y me invitó a su coqueto departamento de altos en el barrio de Palermo, que daba a una calle lateral desde donde se tenía una vista privilegiada del Zoológico aún en funciones. El motivo de mi visita fue tomar registro bibliográfico de los números de la revista “Envido” que ella poseía y a mi me faltaban. Generosa los puso a mi disposición sobre una mesa donde además dejó un te y galletitas. Hablamos poco porque yo no le quería robar tiempo (había hecho un lugar en su frondosa agenda para recibirme), pero fue el primer paso de una relación de respeto y amistad que se agrandó con los años. No nos veíamos mucho pero cada vez que compartíamos una mesa, un escenario o una disertación creo, sinceramente, que era una fiesta para ambos. Escuchándola se aprendía mucho. Nadie explicó mejor –con su voz de fumadora eternamente ronca- las luchas populares en Argentina –desde que esta fue tal- y como las mismas cada vez eran más intensas y más cortas en el tiempo transcurrido entre la nueva y la inmediata anterior. La última ocasión en que nos vimos fue el 30 de octubre de 2018, en Merlo, provincia de Buenos Aires. Cuando el Centro de Estudiantes / Agrupación Nueva Uno de la Universidad Nacional del Oeste nos invitó a disertar a ambos bajo la presentación y título de “Dos Pensadores. Testimonios de Vida y Lucha”. Terminada la jornada y ya entrada la noche, esperábamos en el pórtico universitario dos remises que nos devolverían a nuestros hogares. A la espera, allí le dije una vez más de mi admiración por su exposición. Sonrió y me miró con cara de “Bueno… eso es lo que se hacer bien…” como restándole mérito al logro. Mi respuesta fue abrazarla de corazón, darle un beso fraternal y quedarnos por unos segundos mancomunados como uno solo. Fue la última vez que la ví. Estará siempre en mi corazón. De muy jovencita (12 años) Alcira participó en varias competencias de natación, por gusto nomás y terminó siendo campeona batiendo récords provinciales en estilo crawl y pecho. Iba la pileta del Jockey Club. Pero el verdadero sentido a su vida se lo dio cuando en 1959 ingresó a la Universidad de Buenos Aires para estudiar Sociología y recibirse en 1965. Ya ganada por el peronismo militó en el Barrio Kolynos, sito en Berazategui, provincia de Buenos Aires. Entre 1968 y 1974 fue integrante y animadora de las “Cátedras Nacionales” en la Facultad de Filosofía y Letras, una experiencia única mediante la cual profesores universitarios daban clases paralelas sobre la realidad política, social y económica de nuestra patria, una realidad prolijamente ocultada por la Historia Oficial hasta entonces. Esas reuniones en claustros universitarios que desbordaban de jóvenes entusiastas por conocer con base científica lo que siempre se les había ocultado o deliberadamente mal explicado, llevó a la formación entre ellos de numerosos cuadros combativos contra las dictaduras de turno. Alcira por entonces, sumada a la Resistencia Peronista, formaba parte del peronismo revolucionario y en 1970, se entrevistó con Juan Domingo Perón en su exilio madrileño. A la vuelta de aquella entrevista aportó su esfuerzo con otros compañeros cineastas para hacer llegar a la mayor cantidad de gente posible de los barrios, sindicatos y universidades el film “La Hora de los Hornos” de Fernando Solanas y Octavio Getino. Eran funciones clandestinas donde estaba la libertad personal en juego por lo menos. No esquivó el bulto. Al ganarse las elecciones del 11 de marzo de 1973, durante el breve gobierno de Héctor José Cámpora fue secretaria de Cultura de Buenos Aires, y los dos años posteriores, Directora del Instituto del Tercer Mundo “Manuel Ugarte” que dependía del rectorado de la Universidad de Buenos Aires, por entonces UNBA (Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires). Complementó esa tarea trabajando como socióloga investigativa en el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). El avance de la derecha primero, y el golpe cívico militar de marzo del ’76 luego, la obligó a exiliarse en México con su pareja el filósofo Gunnar Olsson (también integrante de las cátedras nacionales); con él tuvo mellizos pero la vida se ensañó con ella de forma trágica. Gunnar se suicidó en el exilio y más tarde en Buenos Aires, uno de sus hijos tomó el mismo trágico camino. Allí, en el país azteca, trabajó en el Instituto Latinoamericano de Estudios Transnacionales (ILET). Con sus numerosos libros editados contribuyó a la creación de una “matriz latinoamerica” de análisis aún vigente. De regreso en la Patria y con los gambitos y agachadas de un Partido Justicialista que había perdido el rumbo, se alejó de ese peronismo burocrático en 1985, junto a su gran amigo, el sociólogo Horacio González (con el tiempo, él, Director de la Biblioteca Nacional). En 1993 Alcira, fue parte de la creación del “Frente Grande” debido a su vinculación con Carlos “Chacho” Álvarez. Más tarde también, de la creación del “Proyecto Sur”, liderado por “Pino” Solanas. En las elecciones de 2009 ingresó a la Cámara de Diputados por la Ciudad de Buenos Aires con mandato hasta el 2013. Renovó su mandato como integrante de la coalición UNEN (2013-2017), surgida a través de la alianza electoral con la Coalición Cívica ARI, Libres del Sur y la Unión Cívica Radical, entre otros partidos. El armado se quebró porque muchos de los referentes se sumaron a Cambiemos –es decir a la derecha neoliberal- para competir en 2015. Alcira Argumedo fue una de las principales denunciantes y opositoras a ese nuevo travestismo ideológico que se sumó a las huestes de Mauricio Macri. Y precisamente con relación a este empresario devenido en político, Alcira fue siempre implacable para denunciar cada una de sus trapisondas y promesas incumplidas. Lo hizo a través del Frente de Todos (peronismo y otros) en las elecciones de 2019. Cuando ahora, Argumedo falleció, llegó el pésame para su familia por parte de Cristina Fernández de Kirchner: “Falleció Alcira Argumedo, mujer valiosa, militante de siempre e incansable luchadora de ideas. Se hicieron buenos compañeros con Máximo en la Cámara de Diputados”. Sus restos fueron velados en el Salón de Pasos Perdidos del Congreso Nacional (por allí pasaron a darle el último adiós, entre otros: el canciller Felipe Solá, el gobernador bonaerense Axel Kicillof y la socióloga y asesora presidencial Dora Barrancos, Cristina Álvarez Rodriguez, Nicolás Del Caño y Myriam Bregman), y ahora descansan en el cementerio El Prado de Rosario, provincia de Santa Fe, ciudad donde había nacido un 7 de mayo de 1940. Quien mejor la definió a Alcira en esta hora tan dolorosa, fue otra grande nuestra; Stella Calloni: “Alcira Argumedo era y es mucho más que sus títulos académicos y otras membresías. Era el símbolo de la intelectual militante con un abarcador pensamiento nacional y latinoamericano y por eso profundamente antiimperialista, que elaboraba sus teorías a partir de una realidad que conocía como las líneas de sus manos. Nunca, a través de su historia de militancia política, dejó de estar cada día donde debía estar, rompiendo los límites de las cajas de cristal en que muchos intelectuales se encierran”.