Arín, Rubén Ariel
Este es un comunicado de H.I.J.O.S. de Paraná, Entre Ríos con fecha 27 de octubre de 2008. “Desde nuestra Agrupación –Hijos por la Identidad y la Justicia, contra el Olvido y el Silencio- sentimos profundamente la muerte del compañero Rubén Arín y mandamos un fuerte abrazo a la familia Arín-Godoy en este momento tan doloroso. ‘El Flaco’ Arín, fue militante de Montoneros durante la década de los ’70 y formó parte de esa maravillosa generación que apostó su vida a la política y a la construcción de un país más justo y solidario. Fue por estar profundamente comprometido con un proyecto nacional y revolucionario que fue detenido, encerrado y torturado por la Dictadura Militar. El 18 de agosto de 1976 fue secuestrado y llevado al Batallón de Comunicaciones de Paraná, luego a Gualeguaychú, Sierra Chica, Caseros y la UP1 de Paraná. Con el devenir de la democracia brindó testimonio en el Juzgado Federal de Paraná, pero las leyes de Obediencia Debida y Punto Final pusieron fin a cualquier intento de justicia. A partir de 2003, con la reapertura de las causas por delitos de lesa humanidad, ‘el Flaco’ decidió formar parte de la lista de querellantes en la causa ‘Área Paraná’. Desde H.I.J.O.S estamos convencidos que reivindicar al ‘Flaco’ Arín y su lucha es un acto de solidaridad, justicia y memoria para aquellos compañeros que como él sufrieron el terrorismo de Estado y se nos fueron sin lograr ver a los responsables del genocidio tras las rejas. Porque los genocidas contaron con todos los resortes del Estado para desaparecer a 30.000 personas. Y sólo les restan sus artilugios legales para dilatar la hora en que sean sentenciados. Sólo buscan esconderse. Pero el Juicio y Castigo a los Genocidas y sus cómplices es irreversible. La impunidad se desmorona y el pueblo los busca para condenarlos. Por el ‘Flaco’ Arín y los 30.000 compañeros detenidos-desaparecidos ¡Presente!”. Sumo el pesar de su compañera de militancia y esposa Cristela Beatriz Godoy: “La vida, la inexorable vida, empezó a quitarme lo más amado. Mis padres: Miguel en 1992 y Adelina en 2012. El 24 de octubre 2008, Rubén Ariel Arín se fue, nos dejó, no quiso compartir el devenir, sus rabietas, su seriedad. Sus partidos de Boca, sus amados hijos. Nunca pudo expresar, por su forma de ser, lo que pasó en la tortura: la picana, lo que le hicieron a su cuerpo, a su ser humano. Me volvió el mismo dolor en la garganta -permanente- ese que me atravesó los casi cinco años de cárcel. Ese dolor que no me dejaba levantarme de la cama. No podía ver, pensar, sentir claramente. Se fue el amor, el padre, el compañero, el amigo, el amante y me abrazó la rabia interminable, intolerable. ‘Que te hayas ido sin enseñarme a vivir sin vos’ (…) Desde niño atravesó todas las tormentas: hombre, padre, amante, amigo, compañero, militante, estudioso, preso político y en libertad albañil (…) Y después, mis pies marchando para que nunca se olviden de lo que pasó en nuestro país, por los 30.000 compañeros que se llevaron por sus ideales libertarios. La satisfacción porque la verdad que hemos logrado se escuche en los juicios y logrando las condenas de genocidas. Mi música, mis libros, mis locuras, mis llantos, mis palabras para que Rubén recobre la suya. Caminar hasta donde quiera, teñirme el pelo, entrar al río, el verde de los campos. Los abrazos y palabras de mis hijos. La vida. Ha sido bueno lograr recordar, reír, llorar, sentir y vivir, no solo por mí sino por los que lucharon para que Argentina y América Latina consiga la felicidad que se les debe a nuestros hermanos más necesitados”. Una verdadera declaración de principios.