Roberto
Baschetti

Maza, Emilio Ángel

Fue uno de los fundadores de la organización político-militar Montoneros. Ex alumno del Liceo Militar “General Paz” de Córdoba, ciudad de la que era oriundo. Allí se recibe de bachiller y luego se inscribe en la Facultad de Medicina, donde llega a cursar el 5° año y a rendir materias de 6°; pero veía que nadie, ni él mismo, podía sentirse realizado en un país que no se realiza. Emilio, como tantos otros jóvenes de la época, fue cumpliendo inexorables etapas que jalonan la historia de todo revolucionario: la solidaridad con los pobres, la angustia por encontrar vías que permitan una salida eficaz a la problemática planteada, el desaliento por una política envilecida por la acción de dirigentes entreguistas y corruptos, el sentir como propias la impotencia y la frustración del pueblo, ser destinatario de la violencia que engendra un régimen hipócrita. Fue uno de los integrantes del Movimiento Universitario Cristo Obrero (MUCO) en su Córdoba natal. Ya desde el liceo militar, frecuentaba la amistad y el consejo de los curas capellanes Carlos Fugante y “Beto” Rojas. Su paso anterior a tomar las armas, fue el trabajo misional desplegado en la Juventud Obrera Católica (JOC) de Córdoba y su incorporación al “Integralismo” en la universidad de la Docta. Precisamente, como dirigente de esta organización universitaria, fue uno de los animadores de la huelga de hambre en la Parroquia Universitaria “Cristo Obrero” en agosto de 1966. Por mucho tiempo vivió en el Hogar Sacerdotal de Rioja y La Cañada, ganándose la vida como “zorro gris” (inspector municipal de tráfico). Pese a su juventud no era un amante de las farras ni las reuniones frívolas, por el contrario, gustaba de todo trabajo intelectual, del teatro, el ajedrez y la natación. Un pibe sano por fuera y por dentro. En abril de 1967, Emilio conoció a Juan García Elorrio, el editor de la revista “Cristianismo y Revolución” y abrazó el peronismo para siempre. Dicha relación (con García Elorrio y también con Gustavo Roca, amigo del Che Guevara) lo conectó con Acción Revolucionaria Peronista (ARP), liderada por John William Cooke y su esposa Alicia Eguren. Viajó a Cuba junto a Fernando Abal Medina para recibir capacitación militar. Durante 1968 y 1969 condujo diversos operativos como la toma del Tiro Federal y la comisaría de Parque Siquiman, donde se apropiaron de armas. El 29 de mayo de 1970, participa del “Aramburazo” y luego, finaliza de dar forma en Córdoba a lo que sería Montoneros, con una base de 300 personas entre colaboradores, militantes y combatientes. Perseguido desde la toma de La Calera, en la cual fue planificador de las acciones a realizar y protagonista, el 1° de julio de 1970, estaba con su gran amigo Ignacio Vélez, la esposa de éste y otro compañero (Carlos Soratti Martínez) en un pequeño chalecito del barrio “Los Naranjos” a unas 30 cuadras del centro de la ciudad de Córdoba, cuando fueron rodeados por la policía. Emilio estaba desarmado, pero así y todo recibió varios balazos, uno que sería mortal ya que le atravesó el páncreas, hígado y estomago, saliendo por un pulmón. Agonizó en el hospital una semana: falleció el 8 de julio de 1970. El médico que lo atendió le dijo a su madre, una vez ocurrido el deceso: “Su hijo murió como mueren los hombres justos, como mueren los valientes, como mueren los hombres íntegros, como mueren los cristianos”. El día de su entierro, 10.000 personas acompañaron sus restos hasta el cementerio “San Jerónimo”, llevando su ataúd a pulso. Cuando llegaron, cantaron el Himno Nacional y la Marcha Peronista. Muchos de los presentes a coro, desafiando a las fuerzas policiales apostadas a su alrededor, entonaron por primera vez ese grito de guerra que luego se hizo popular y masivo entre los manifestantes en muchísimas ocasiones: “¡Duro, duro, duro! ¡Vivan los Montoneros que mataron a Aramburu!”. Como corolario relata su propia madre, en 1973: “Yo he sido siempre antiperonista, toda mi familia lo ha sido, pero a través de mi hijo, entendí el sentido de su lucha y la de sus compañeros, y es por eso que los otros días, como un pequeño homenaje, voté siguiendo sus ideas, por el Frente Justicialista de Liberación. Ahora solo espero que empiece a concretarse ese nuevo país, esa sociedad justa del mañana por la cual mi hijo entregó su vida. Yo ya no tengo un gran afecto a las cosas de éste mundo, pero si Dios lo permite voy a ser feliz el día que vea cumplido los ideales que impulsaron a Emilio”. (Agradezco muchos de los datos biográficos aquí vertidos a quien me los hizo llegar, el compañero Cecilio Manuel Salguero).