Roberto
Baschetti

Grumberg, Claudia Inés

“La Rusa”. Estudiante de Sociología. Desde los cinco años sufría artritis deformante en todas sus articulaciones, dedos sin extensión y una renguera evidente. Sumó su esfuerzo por la liberación nacional y social de nuestra querida patria, desde las filas del Frente de Lisiados Peronistas (FLP). Alejandro Alonso, poeta, no vidente, militante para aquella época en el mismo ámbito, la recuerda con inmenso cariño: “Íbamos al Teatro General San Martín a ver cine y ella me leía las películas como ‘Rocco y sus hermanos’ de Luchino Visconti y no cualquiera va al cine siendo ciego. Y que alguien además tuviese la ternura de acompañarte a la sala y leerte la película, eso ya era un acto sublime”. Laura Inés fue la primera compañera del FLP secuestrada-desaparecida. Ocurrió el 11 de octubre de 1976 en las Barrancas de Belgrano, cuando se la llevaron en un Ford Falcon. Tenía 23 años. El mismo Alonso cuenta otra anécdota que habla de lo desacartonada que era Claudia en su vida diaria: “Estábamos reunidos en la casa de Norberto con otras compañeras del Frente más formales que ella. Cuando hablaban de sexo, decían ‘hacer el amor’, y Claudia, directa, chispeante, nos corrigió a todos: ‘¿Qué? ¿Hacer el amor? Se dice coger, c-o-g-e-r’. Puteaba y le quedaba bien”. Y sigue contando Alejandro que cuando se cumplió un año de la desaparición de ‘La Rusa”, con Trudy y Pepe decidimos homenajearla. Para realizar la tarea nos dividimos. Por un lado, Pepe (José Liborio Poblete Roa) y por el otro Trudy (Gertrudis Marta Hlaczik), y yo. Sabíamos que en el Policlínico Bancario existen dos cabinas cerradas de teléfono. Eso garantizaba poder hacer una comunicación sin que se escuchase de afuera. Con un intervalo de cinco minutos, cada uno llamó a la oficina del director del Hospital Nacional de Rehabilitación diciendo que, a un año de la desaparición de Claudia, la organización Montoneros, no olvida ni perdona. Salimos del Policlínico un poco menos dolidos, con la sensación de haber hecho alguna cosa, por mínima que fuese. No podíamos saber que repercusión tendría, pero de lo que estábamos seguros era que alguien debía pagar esa cuenta”.