“El domingo 13 de agosto (de 1967) a las 3 de la madrugada un grupo de compañeros del C. de O. de la Capital Federal se dispuso a realizar pintadas peronistas en Palermo, barrio donde vivía Javier. Se dividieron los espacios a cubrir y a Casciaro, militante de 18 años, le tocó pintar en paredones de la avenida Lacroze y al llegar a la esquina de 3 de Febrero fue detectado por un agente de la Policía Federal que le dio la voz de alto ante lo cual Javier emprendió la fuga sintiendo que, muy cerca de él comenzaban a llover las balas, disparadas, según se supo, por el agente Juan Antonio Mastandrea, pese a lo cual el compañero siguió huyendo pero fue alcanzado por varias balas que le descerrajó desde pocos metros ese asesino con uniforme. Alertado por los disparos, llegó al lugar otro agente de apellido Paredes que hizo detener a un colectivo que pasaba fuera de línea y tiró a Javier sobre el piso y comenzaron a interrogarlo mientras el militante se desangraba. Pese a los golpes y al dolor por las heridas, Javier no denunció a nadie y los policías, a pedido del colectivero, se ven en la obligación de llevarlo al Hospital Fernández donde llegan a las 4:30 h y los médicos constatan que tiene 25 perforaciones, algunas de ellas en los intestinos. Nada se podía hacer, Javier agonizaba. Por la mañana Radio Colonia (siempre gorila) y el vespertino La Razón dieron la noticia tratando a Javier Casciaro de ‘hampón y delincuente común baleado por las fuerzas del orden’. Pasaban las horas ante la desesperación y la espera de los familiares y algunos compañeros. A las 14 horas, se produjo el milagro de que Javier volviera en sí (…) Al tiempo el militante volvió a su casa sin haber denunciado a ningún compañero (…) Así era la militancia”. (Tomado del libro “El Comando de Organización de la Juventud Peronista” cuyo autor es Roberto “Coco” Surra y que fue editado en 2023).