Roberto
Baschetti

Madariaga, Abel

Entrerriano. “Manuel” en la militancia. Tomado de “Página 12” del 6/3/2024 con motivo de su fallecimiento. “Abel nació el 7 de febrero de 1951 en Paraná. Estudió Agronomía en la Universidad de Buenos Aires (UBA), de donde fue expulsado por la intervención”. Con su compañera, Silvia Mónica Quintela Dallasta –ver su registro-, militaban en Juventud Peronista de San Isidro –en la zona de las villas de emergencia, en La Cava en este caso concreto- y en la columna norte de Montoneros. Ella era médica residente. Sigue diciendo el diario: “El 17 de enero de 1977, Abel acompañó a Silvia a una cita en la estación de trenes de Florida, Vicente López. Mientras esperaba, vio que dos Ford Falcon paraban y se llevaban a una chica bajita y de pelo rubio. De ese color, se había teñido su cabello Silvia para despistar a los grupos de tareas que los buscaban. Por entonces, tenía 28 años y cursaba un embarazo de cuatro meses. Abel partió tiempo después al exilio. Pasó por Uruguay y Brasil. A través del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) llegó a Suecia, pero no logró habituarse y viajó a México. Allá formó pareja con otra exiliada y tuvo una hija, Lucía. Más tarde, armó otra pareja y tuvo otro hijo, Pedro, que murió siendo chiquito. Con el regreso de la democracia, Abel volvió a la Argentina y se presentó en la oficina de Abuelas de Plaza de Mayo. Gracias al testimonio de Juan Carlos ‘Cacho’ Scarpati supo que Silvia había estado secuestrada en el Campito, uno de los centros clandestinos que funcionaron en Campo de Mayo. También se enteró de que la llevaron a parir al Hospital Militar de esa guarnición. Y que, a través de una cesárea, dio a luz a un varón. Silvia volvió al Campito, pero sin su bebé”. Patricia Eliana Fernández aporta más datos: “Ese varón se llamaba Francisco que recuperó su identidad y pudo conocer a su padre biológico poco tiempo después de que Cacho falleciera (16/agosto/2008). Pero, las secuelas del horror de la dictadura no permitieron que Francisco sobreviviera a su padre Abel, quien volvió a perderlo, esta vez definitivamente porque, sus problemas de salud hicieron que se fuera muy joven. En estos momentos me gustaría ser creyente y verlos reencontrándose en el infinito repleto de estrellas. Hasta la victoria siempre Abel, un gran tipo. Abrazo a todos los que lo quieren y lloran su ausencia física”. A partir de 2010, cabe acotar, Abel Madariaga fue secretario del organismo de Abuelas de Plaza de Mayo siendo un incansable luchador para lograr la aparición de nuevos nietos apropiados por la dictadura oportunamente.