Correntino, nació en Santo Tomé, un 17 de febrero de 1927. Abogado laborista recibido en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) en 1956. Por su labor desplegada fue arrestado varias veces. La primera vez fue en 1957; por su militancia peronista sufrió cárcel a manos de la autodenominada “Revolución Libertadora”. La segunda, en 1960, víctima del Plan Conintes instrumentado por el gobierno entreguista de Frondizi. Supo decir: “Primero fui peronista, luego abogado de los trabajadores y ese orden no es ocioso”. Fue asesor de un sinfín de sindicatos que vieron en él la persona proba para defender los intereses de la clase trabajadora. Para nombrar algunos de ellos: la propia CGT, el Sindicato Unido de los Petroleros del Estado, la Unión Obrera Metalúrgica, el Sindicato de Luz y Fuerza de Mar del Plata y la Federación Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores. Tuvo una importante participación en el anteproyecto de la Ley de Contrato de Trabajo (1974), lo que lo puso en la mira de los sectores patronales más poderosos y menos proclives a satisfacer las justas demandas de sus empleados, tales como: salario justo, estabilidad laboral, condiciones de trabajo dignas, indemnización, vacaciones pagas, seguridad previsional, aguinaldo, etc. Fue secuestrado en julio de 1977 en Mar del Plata, en lo que luego se denominó “La Noche de las Corbatas” ya que varios abogados sufrieron igual suerte. Lo llevaron a la Agrupación de Artillería de Defensa Aérea 601. Su cuerpo sin vida apareció en un descampado del camino viejo a Miramar el 11 de julio de 1977. Norberto tenía una hija que se llama María Eva y que hoy sigue los pasos de su padre y es abogada. El 6 de julio de 2004, en reconocimiento a su lucha, la Federación Argentina del Colegio de Abogados (FACA) instauró dicho día como el “Día Nacional del Abogado víctima del Terrorismo de Estado”. Cabe recordar que durante su detención en el Penal de Rawson por aplicación del Plan Conintes –como dije antes- redacto un texto que pasaría a la historia como lección magistral de Derecho. Del mismo extraigo: “La justicia Conintes no es justicia, sino acto de poder. La libertad en la República ha perdido realidad, por ello, cuando superado este proceso de circunstancial distorsión de las instituciones, vuelvan los magistrados a ocupar los estrados ahora desiertos, habremos de meditar quienes tengamos vocación para el Derecho, que los cargos de jueces son dignidades que las otorga el pueblo a través de la constitución y la ley, que son dignidades que no las confieren ni ejercen los soldados”.