Roberto
Baschetti

Cerviño, María Luisa

Estudiante de Pedagogía en la Facultad de Filosofía y Letras. La “Negrita” Cerviño era delgadita, morena, típica tucumana de rasgos muy finos y cuerpo de bailarina, que parecía caminar sin tocar el suelo, con el cabello suelto y una actitud desprejuiciada, nos dice su amiga Graciela López desde México. Cerviño ya había estado presa en Devoto durante los estertores de la dictadura de Lanusse. Allí en prisión había nacido su hijita María Eva (se imaginan por quien la llamó así…). Luego de la traición de Isabel y López Rega se sumó a la lucha contra ese gobierno entreguista, desde las banderas que ella siempre defendió, desde el peronismo montonero. Se movía por todos lados con “Evita” a cuestas y a comienzos del ’75 estaba embarazada, de Paula, su segunda hija. Para entonces su ex compañero, el “Oso” Urrutia estaba detenido y ella con total libertad de pensamiento decía que quería hacer el amor y que estaba cansada de estar sola. Fue la última compañera de “Pablo Cristiano” (Horacio Arrué). Ya en tiempos de la última dictadura militar, 7 de abril de 1977, estaba en una confitería con dos de sus hijas y Marcos Horacio Arrué, hijo de “Pablo Cristiano”, cuando llegó la patota policial-militar. Ella no iba a entregarse. Colocó a los pibes debajo de la mesa para protegerlos y disparó hasta su muerte. Les dejó una carta a sus tres hijos que en una parte decía así: “Mis montoneritos: este sacrificio que hacemos es para que un día todos los chicos de la Argentina puedan vivir mejor”.