Nació en La Plata el 14 de noviembre de 1919. Abogado. Caminaba con alguna dificultad por una poliomielitis que había sufrido en su infancia, lo que no le impedía ser un excelente bailarín de tango pese a su gran físico y un gran jugador de póker también. En 1946 con tan solo 25 años de edad es diputado nacional por el Peronismo. En los enfervorizados debates de la época que dan paso a las nacionalizaciones, Cooke asume una postura clara y determinante: “La economía no ha sido nunca libre. O se la dirige y controla por el Estado en beneficio del Pueblo o la manejan los monopolios en perjuicio de la Nación”. Mantiene una relación directa y privilegiada con Eva Perón. Luego de los bombardeos de junio de 1955, Cooke es nombrado interventor del Partido Peronista de Capital Federal. Hace saber su opinión: la revolución peronista debe profundizarse o será derrotada. Y si se decide profundizarla hay que tomar los recaudos necesarios para aniquilar la respuesta oligárquica. Está convencido –y los hechos le darán la razón- que las FF.AA. no son confiables para aplastar una sublevación. Sugiere a Perón reflotar el tema de las milicias obreras armadas, como única garantía de triunfo. No es escuchado. El gobierno de facto de Aramburu y Rojas lo detiene el 21 de octubre de 1955 y luego de un simulacro de fusilamiento que le vale al oficial jefe del pelotón un soberbio gargajo del “Bebé” Cooke en pleno rostro, es enviado a la fría cárcel de Río Gallegos en el sur de nuestro país. En abril de 1957 se escapa a Chile con otros presos políticos peronistas. Antes, el 2 de noviembre de 1956, desde el exilio en Caracas, Perón lo nombra su heredero político, cosa que no hizo antes ni después con ninguna otra persona. El 17 de enero de 1959, Cooke, redacta la proclama de la toma del frigorífico Lisandro de la Torre por sus trabajadores en repudio a la privatización anunciada; allí además él se suma a la revuelta popular en el barrio de Mataderos. Debido a esto, Cooke debe asilarse en Montevideo perseguido por el gobierno de Frondizi. A mediados de 1959 con otros militantes peronistas y cierto apoyo partidario organiza la primera guerrilla de ese signo que será de tipo rural: los Uturuncos (Hombres-Tigres en lengua quechua). El intento termina en un fracaso y Cooke lapidariamente diagnosticará: “El problema del peronismo lo constituyen sus cuadros dirigentes que, en lugar de ser la vanguardia de la lucha revolucionaria, son solo engranajes que participan del régimen general que gobierna al país”. En noviembre de 1960, Cooke ya se encuentra en Cuba defendiendo la revolución socialista en esa isla del Caribe. El 17 de abril del año siguiente, codo a codo con los cubanos de Fidel y el Che, pelea contra los yanquis y “gusanos” en el combate de Playa Girón; un combate donde se juega la suerte de la revolución y triunfan. De vuelta en la Argentina luego de una amnistía dada por el presidente Illia, Cooke crea una pequeña organización que sin embargo será muy importante para definir ideas: la llamará “Acción Revolucionaria Peronista” (ARP) y desde allí dejará bien en claro que la revolución en nuestra patria es imposible sin un peronismo obrero y popular. Víctima de un cáncer, John William Cooke fallece en el hospital de Clínicas de Buenos Aires, el 19 de septiembre de 1968. Donatodos sus órganos, en pos de la investigación médica y científica y le prohíbe, a su esposa Alicia Eguren, la presencia de curas –aún los sacerdotes amigos- si entraba en coma. Una Unidad Básica peronista que llevaba su nombre, a principios de 1973, propuso que todos los 19 de septiembre fueran declarados y conmemorados como el “Día de la Resistencia”. Fundamentó su pedido recordando que Cooke “en el lapso de 23 años cumplió con todos los papeles posibles que puede desempeñar un político, salvo el de burócrata y corrupto: Fue diputado nacional, profesor universitario, periodista, prisionero, prófugo, exiliado, clandestino, conductor máximo del Movimiento por expresa voluntad de Perón, activista revolucionario, guerrillero combatiente y teórico fundamental”. Quien mejor lo definió fue su compañera, la ya mencionada Alicia Eguren: “Hay épocas en que la dignidad de pueblos enteros reside en el coraje desesperado de unos pocos, cuyos atormentados sueños de justicia preforman las leyes de una humanidad nueva. Cooke perteneció a esa minoría predestinada y se expuso sin retaceos”.