Roberto
Baschetti

Alberte, Silvia

Fue la hija menor melliza con su hermano Bernardo, del matrimonio formado por Bernardo Alberte (ver registro anterior) y Elena Pulvirenti. Nació un 19 de noviembre de 1948, en un hogar donde siempre se mamó el peronismo. A principios de octubre de 1945, su padre de profesión militar, había sido detenido y perdido su condición de integrante de las FF.AA.; fue con el triunfo popular del 17 de Octubre de 1945 que pudo recuperar su libertad y su grado. Silvia fue creciendo en un hogar sin problemas serios, donde sus padres le prodigaban amor y felicidad. Las cosas cambian a partir de 1955 cuando el General Perón cae producto de un golpe de Estado sangriento. Su padre, que en ese momento se desempeñaba como Edecán Militar del presidente es nuevamente detenido y confinado al Penal de Ushuaia, luego se exiliará en Brasil durante dos años. Ya de regreso, la familia se instala en una casa del barrio de Caballito, donde Silvia recomienza sus estudios en la Escuela Normal Nº 4 de la Avenida Rivadavia, recibiéndose con el mejor promedio de su división. En 1967 ingresa a la Facultad de Arquitectura de la UBA; es en ese momento en que Silvia despierta políticamente y empieza a militar de lleno en el Centro de Estudiantes. Dos cosas la preocupaban enormemente: el destino de su país y el bienestar de sus compatriotas más desposeídos. Es en éste ámbito universitario que conoce a Alberto Bello (ver su registro), un compañero referente de la Juventud Universitaria Peronista (JUP). Con él se casa (julio 1974) y lo acompañará en su proyecto político. Se van a vivir a Córdoba. Pero antes, Silvia se recibe de Arquitecta con uno de los promedios más altos de su promoción. Así llegamos a marzo de 1976 donde Silvia es enterada por su familia del asesinato de su padre (ver registro anterior, nuevamente). Permanece entonces en Buenos Aires, acompañando y participando activamente en la denuncia de ese hecho aberrante donde están comprometidos camaradas de armas de su progenitor. Es en el mes de abril de ese mismo nefasto año, que junto a toda su familia le entablan una querella a Videla por el asesinato. Desde Córdoba, con fecha 18 de abril de 1976, recibe una carta de su amado marido, el ya mencionado Alberto Bello: “Tu padre murió por ser impulsor y participe activo de una Revolución, por ser alguien que comprendió la realidad y se dispuso a modificarla. Su muerte va a tener sentido, como la de todos los compañeros que como él han dado y darán la vida, si la causa por la que se sacrificó, la causa del Pueblo y la Justicia sin más rótulos; si esa causa triunfa”. En los primeros días de junio del ’76, Silvia que todavía permanece en Buenos Aires, recibe la trágica noticia de que su esposo ha “desaparecido”. Él como tantos otros compañeros, seguían enfrentando a las fuerzas armadas cipayas que defendían a sangre y fuego el proyecto oligárquico de Martínez de Hoz. Silvia, dolida y abatida por la muerte de su padre y su marido en tan poco tiempo, sigue denunciando los asesinatos. En dicho contexto, cuando llega a la Argentina la Comisión Interamericana de DD.HH. en septiembre de 1979, después de más de 12 horas de cola y de compartir tanto dolor con familiares de miles de desaparecidos, logra junto a sus hermanos entregar la denuncia. En septiembre de 2003 luego de sufrir un aneurisma cerebral, fallece a los 54 años. Sus restos descansan junto a los de su padre Bernardo Alberte y su esposo Alberto Bello en el cementerio de Avellaneda.