Nacido en 1916. Hombre joven y trabajador. Casado y con cuatro hijos de 12, 8 y mellizos de 10. Al caer Perón es encarcelado para luego recuperar su libertad y sumarse a la Resistencia. Subteniente de Reserva del Ejército Argentino. Peronista. Fusilado en La Plata, provincia de Buenos Aires, luego del frustrado intento del 9 de junio de 1956 (comandado por el General Juan José Valle), por recuperar la soberanía popular arrebatada por el sangriento golpe militar de Rojas y Aramburu, protagonizado un año antes. El diarito peronista “Línea Dura” lo recuerda de este modo: “Su persona en la fría noche del 9 al 10 de junio sangriento, fue vista en todos los lugares de lucha. Había colaborado en la preparación del movimiento, hombro con hombro con el Coronel Cogorno y Rolando Zanetta. Fue así que estuvo en el Regimiento 7º, en Ringuelet, en el comando de la 2º División Militar, como así también en la estación de ómnibus municipales. Para todos tuvo una palabra de aliento, un gesto de solidaridad, ni un solo arresto de temor…”. Lo fusilan pese a estar herido, algo que el reglamento militar impide expresamente. El atroz hecho lo lleva adelante el Marino Ambroggio, Capitan de Fragata y sub jefe de Policía que le dice a Abadíe: “¡Perro, vas a morir esposado como deben morir todos los peronistas!”. Ese odio “gorila” era fundamentado si se tiene en cuenta que cuando a Abadíe lo apresaron en General Belgrano e iba ser trasladado para ser juzgado bajo la ley marcial, le dijo a su cancerbero –un militar-: “Nosotros peleamos para que, lo que ustedes llaman ‘los negros’, puedan recuperar la constitución y el derecho a votar”. Cabe acotar que en la acción de Ringuelet arriba citada, al tomar la estación de tren, hubo una escaramuza y mal entendido a la vez que terminó con la vida del oficial inspector de la Policía Federal, Rafael Fernández, que trabajaba en la delegación de La Plata e iba en un tren que fue demorado. El que disparó fue Abadíe.