Roberto
Baschetti

Aizcorbe, Rubén Darío Patricio

Militante del ERP-22 de Agosto en Rosario. Un desprendimiento del PRT-ERP que revisó sus posturas refractarias al peronismo y adhirió en la teoría y la práctica al sector revolucionario del mismo, en sus ataques –por ejemplo- a fascistas y burócratas sindicales. Rafael Bielsa que militó en la UES, fue su compañero de secundaria. Recuerda: “Teníamos una profesora de psicología, una mujer opulenta, llena de curvas y de anteojos velados porque era fotofóbica. Como suele suceder, la amamos instantáneamente y al menor intento de ocupar su lugar de profesora, pasamos a odiarla con frenesí. Menos Rubén, que entabló una relación muy intensa. Una vez lo vi salir de la casa de ‘La D’Ángelo’, en la calle Urquiza, prueba irrefutable de la traición a los intereses de las mayorías populares. Con ella conversaba de cosas, de las que no podía hablar con nosotros, niñatos recién destetados y de gestos ampulosos y torpes. Nadie volvió a hablarle durante 1969. Lo curioso es que cuando alguno de nosotros intentó recomponer la relación, fue Rubén el que nos desdeñó, desde una altura inalcanzable. Parecía, como Churchill, preferir en la derrota la altivez. A mí en lo personal el episodio me llenó de una culpa que perdura. Alguna vez quise hablarle, porque él leía lo que yo leía, porque sabía que militaba como yo militaba. Pero ya se me había escapado. Alguna vez, cuando él ya estaba clandestino, escribí un poema al que le puse música sobre su militancia. Aunque tal vez lo escribiera luego de que supe que estaba muerto. Vive en mí con una rara nitidez fosforecente. Espero, que esté donde esté, me perdone estar hablando de él, que se negó a hablarme y tal vez no haya cambiado de idea”. Siempre sobre Aizcorbe, en el matutino Tiempo Argentino del 26-12-2010 escribió: “Invierno de 1975. Rubén Aizcorbe todavía estaba vivo. Los compañeros del Superior de Comercio Libertador General San Martín de Rosario coinciden en el recuerdo. Tenía un aire de pájaro. Los pájaros sólo son hermosos cuando vuelan, pero él tenía una belleza terrenal y azul. Azul el traje con chaleco, azules los ojos, azul el aserrín que dejaba detrás de sí, al doblar por Mendoza viniendo desde Boulevard Oroño, la esquina más ventosa de la ciudad. También coinciden en que leía dolorosamente. Estaba leyendo todo el tiempo, en clases, durante el recreo, con una concentración atormentada y tormentosa. Cosas que se leían en aquella época: Reynaldo Arenas, Ernesto Cardenal. Cosas que leían los que empezaban a leer en serio: Dostoievski, Herman Melville, Flaubert. Cosas que leían los que se interesaban por algo más que la lectura: Marta Harnecker, Louis Althusser. La otra coincidencia es que sólo lo veían en el colegio. Nunca estaba disponible para una guitarreada, una salida, una escapada al Parque Independencia. Sobre todo, a partir del 4º año, en 1969. Después, alguno se enteró, se lo contó a otro que tenía una pista y se fue reconstruyendo la historia. Que no tenía voluntad para otra cosa que para darle una mano a los que más necesitaban. Que era un compañero generoso y ejemplar. Que les gritó, los insultó, los provocó y se les rió en la cara hasta último momento, cuando la casa y la manzana estaban rodeadas y cuando acaso le hubiera venido bien ser de verdad un pájaro”. Rubén Darío Patricio Aizcorbe, producto de ejecución sumaria, fue asesinado por las fuerzas represivas, el 27 de octubre de 1976, en su domicilio de Garay 367, ciudad de Rosario. Contaba con 23 años de edad; había nacido en la ciudad que lo vio morir, un 3 de junio de 1953. El poeta Roberto Retamoso en su libro “Letras, 1976” le dedica el poema que lleva por título “Rubén”.