Hijo de Bernardo Alberte (ver su registro) y hermano de Silvia Alberte (ver también su registro). Su padre fue delegado de Perón, durante el exilio de aquel, por un período de tiempo y además se transformó en un referente fundamental del peronismo revolucionario. Lo asesinó el mismo 24 de marzo de 1976 un grupo de tareas del Ejército que entró a su departamento del sexto piso y lo arrojó por la ventana. Su hermana militó en la Juventud Universitaria Peronista (JUP). Pero mi amigo Bernardito Alberte fue un caso especial. Siendo siempre peronista, no militó en los ’60 y tampoco lo hizo a principios de los ’70. Pero bastó que su padre fuera asesinado para que comenzara su compromiso y militancia política. Reunió testigos del hecho, buscó pruebas y le hizo un juicio al gobierno del genocida Jorge Rafael Videla, en un momento en que en el país no se escuchaban muchas voces masculinas en oposición a la dictadura cívico-militar y a sus capitostes (Salvo Madres y Abuelas, el resto, “mutis por el foro”). Del resultado de sus investigaciones fueron enjuiciados y procesados tres generales: Carlos Alberto Martínez y sus dirigidos Jorge O’Higgins y Oscar Enrique Guerrero, todos de la División de Inteligencia y Operaciones del Estado Mayor del Ejército. La causa judicial se caratuló nada menos que “Cuerpo I de Ejército”. Bernardito era un hombre simpático, amable, generoso con los suyos y expresivo; siempre con una sonrisa en los labios y un buen gesto a mano para sus amigos y compañeros. Pero también calentón cuando cuadraba. Recuerdo una vez que me contó que se cruzó en la calle –en Barrio Norte- con un ex funcionario del Poder Judicial funcional a la dictadura en sus fallos y lo increpó, lo persiguió (porque el tipo decía que no era él y se quiso hacer humo) y durante una cuadra mientras le decía en voz alta que reconociera quien era, le propinaba patadas en el culo. ¡Ese era mi amigo! También tuvo tiempo para increpar públicamente a un dirigente estudiantil peronista de formación marxista de fines de los ’60, que terminó participando de reuniones del Partido de la Democracia Social de otro genocida (Massera), poco años más tarde. También los amigos (el Dr. Eduardo Duhalde, Tomás Saraví, Eduardo Gurucharri, Marita Fox, Ricardo Gil Solá entre otros) solíamos juntarnos en su hospitalaria casa que disponían él y su querida esposa Irene Molloy, para beber y comer y recordar anécdotas de aquel pasado que nos marcó a todos. En esa casa también tomé con mis manos y vi las charreteras del general Juan José Valle, militar peronista asesinado por la “Revolución Fusiladora” en junio de 1956. Bernardito las heredó de su padre y las conservaba como lo que eran, una verdadera reliquia. Otro motivo más de alegría tuvo el amigo Alberte. Fue cuando los pibes del Peronismo Militante de Avellaneda, el 23 de marzo de 2018 (ante la llegada de un nuevo aniversario del golpe), bautizaron una Unidad Básica de Avellaneda (provincia de Buenos Aires) con el nombre de “Coronel Bernardo Alberte”. Se lo vio conmovido y agradecido a la vez. Brindó emocionadas palabras a todos los presentes que simultáneamente soportaban estoicamente un aguacero de lluvia de aquellos. Cabe acotar que Alberte hijo, fue un admirador y consecuente militante del peronismo que llevaron adelante Néstor Kirchner y Cristina Fernández en sus respectivas presidencias. Sentía que ese era el verdadero peronismo popular, heredero de aquel fundacional de Perón y Evita. Bernardito Alberte falleció de un ataque al corazón en la madrugada del 5 de septiembre de 2018 y lo enterramos en la bóveda familiar del cementerio de Avellaneda. Lo queríamos enormemente. Nos dejó un gran compañero que supo honrar a su padre, al peronismo combativo y a su patria.