Roberto
Baschetti

Alonso, Paloma

Nació el 25 de julio de 1956. Desaparecida por la dictadura militar el 30 de julio de 1977, a los 21 años, en Buenos Aires, en su casa del barrio de San Telmo. Hija del artista plástico Carlos Alonso. Su madre, Ivonne Fauvety, la recuerda como alguien que constantemente se movía, corría, bailaba, cantaba y charlaba sin parar. Era incansable. Un exceso de energía encerrado en un cuerpo pequeño y nervioso. También era extremadamente seductora. En el secundario fue buena alumna y líder entre sus pares, privilegiando amistad y compromiso afectivo. Era maestra jardinera. A los 18 años se fue a vivir sóla. Para entonces enseñaba alfabetización en fábricas y villas. En Perú trabajó con los mal llamados “indígenas”. Militante de Juventud Peronista. Dijo su padre: “Heredamos de Paloma y su generación esa pasión cargada de ideales y valor para enfrentar la dura realidad del país (…) Esa generación comprometida con los conflictos sociales y políticos que marcaron la diferencia entre el país que somos y el que podríamos haber sido”. Nada más cierto. Ex alumna de la Escuela Normal Nº 1en Lenguas Vivas “Presidente Roque Sáenz Peña”, el 3-10-2008, la comunidad educativa junto a familiares y amigos, Barrios X Memoria y Justicia y el Centro de Estudiantes, colocaron una baldosa con su nombre. En el acto hubo música, poesía y fotografías de ella. Otra baldosa del mismo tipo, fijaron los vecinos de San Telmo en Defensa y Carlos Calvo, recordando su secuestro. Paloma Alonso era pareja del joven poeta Claudio Ferraris, también secuestrado-desaparecido ese mismo día. Carlos Suárez, cuenta algo que poca gente conoce. “El Che, pintado por el gran plástico argentino Carlos Alonso, pocos días después de su caída en La Higuera, estaba en el domicilio de Paloma, hija del artista, quien como militante popular sería secuestrada. La pintura como todos los objetos valiosos de la casa, marcharon también al destino que los ladrones uniformados reservaban para las posesiones de sus víctimas: el robo, el remate, la apropiación fraudulenta. Como los crímenes estaban entonces amparados por la impunidad, hacia 1979 la magnífica pintura del Che aparece en la Galería ‘Renacimiento’. Enterado el artista y docente de Bellas Artes, quien le había cedido el cuadro a Paloma por un tiempo, convoca a varios compañeros del Movimiento Villero Peronista, quienes se apersonan en la galería y ‘persuaden’ al reducidor a desprenderse de la obra. Liberado de la ESMA y de los mercaderes de la impunidad por esos compañeros villeros que siempre tuvieron el recuerdo de Cooke y de los que defendieron a la Cuba revolucionaria en la práctica y no solo en las declamaciones, encontró en Omar Cáceres a un custodio fraternal”.