Natural de Bolívar, provincia de Buenos Aires, nacido el 21 de agosto de 1950. Su padre era maquinista del Ferrocarril Roca. Hincha de Boca Juniors. Abanderado en el colegio en más de una oportunidad, con 9,60 alcanzó uno de los mejores promedios de su clase. Una vez terminado el secundario se fue a estudiar contabilidad a La Plata. Para pagarse sus estudios comenzó a trabajar como operario ferroviario en Tolosa, localidad cercana a la ciudad de las diagonales. Como sus padres solamente querían que se dedicara a estudiar, él en una carta les dijo: “Yo no voy a aceptar dinero de ustedes, no puedo hacerlo porque sé que mi comodidad constituye una forma de explotación de ustedes”. La pasión por combatir las injusticias lo acercó a la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) y lo alejó de los estudios. Fue echado del ferrocarril y encontró rápidamente trabajo en los Tribunales de La Plata, donde con otros compañeros armó la “Agrupación Evita” puertas adentro del Poder Judicial. Ya para entonces era un militante peronista y montonero más. Su nombre de guerra era “Ariel”. La agrupación sumaba adherentes y Raúl acumulaba el cariño y respeto de sus compañeros. A todo esto, se puso de novio con una compañera de trabajo cordobesa, Nora Volonté: como estaban siempre juntos, sus amigos lo empezaron a llamar con el sobrenombre de “Norito”. A partir de 1975 la abierta represión del gobierno isabelino y la Triple A lo llevan a pasar a la clandestinidad; además no se presenta a cumplir con el servicio militar obligatorio sabiendo que puede ser una trampa en la que puede perder su libertad o la vida. Sigue militando con el grado de soldado montonero. Y pasa a ganarse la vida, puliendo pisos en sociedad con otro compañero (Oscar Ruíz Díaz). Para marzo de 1977 la cosa está muy jodida, pero Raúl toma la determinación de no replegarse, de no irse a un lugar más seguro, hasta que el último de los compañeros a su cargo no esté a salvo. Resiste un secuestro de los militares –no piensa entregarse con vida- en su departamento del complejo habitacional de 4 manzanas conocido como el monoblock de Villa Elisa, en la noche del 8 de marzo de 1977. Con él está Griselda Ester Betelú embarazada de 3 meses (ver su registro). Cae en combate. Raúl Alonso antes de repeler los ataques, antes de ser herido, antes de morir, tiene tiempo, para acercarse al tocadiscos Wincofon que hay en el living y poner en automático (es decir, que el disco se repetía a infinito) y a todo volumen la “Marcha Peronista” cantada por Hugo del Carril, para que todo el barrio sepa que está dando su vida por La Causa. El intercambio de disparos y la resistencia de los compañeros se extendió hasta las 3.30 hs. de la madrugada del miércoles 9 de marzo; con su vida se llevó también la de un subcomisario del bando atacante. “Durante muchos años desde el tren se podían ver las huellas del combate. La casita era uno de los duplex que están frente a la estación de Villa Elisa, delante de los monobloques. Allí resistieron heroicamente los dos en aquella noche de principios de marzo. No tenían armas muy poderosas, cuando mucho puede que hayan tenido una ametralladora común, o una escopeta, o simplemente un par de revólveres. Pero tuvieron que traer un cañón para doblegarlos…” (Del libro de Jorge Pastor Asuaje “Por algo habrá sido”). Como por arte de magia, un día después de su muerte, el 10 de marzo, una pintada en la puerta del Palacio de Tribunales (calle 47 entre 12 y 13) proclamaba: “Compañero Raúl Alonso, tu sangre derramada no será negociada”. El 3 de febrero de 2023 confirmaron el procesamiento a 5 militares por su asesinato. Ellos son: Carlos Alberto Bazán, Ángel Francisco Fleba, Eduardo Arturo Laciar, Carlos Felipe Maisonnave y Augusto Edmundo Caselli Gracés. Todos con grado de oficiales militares por entonces.