Nacido en Monteros, provincia de Tucumán un 25 de marzo de 1926, en el seno de una familia muy humilde en donde el padre era ordenanza de la Escuela Normal y su madre amasaba y tejía para engrosar el presupuesto familiar que les permitiera dar de comer a sus 8 hijos. Las huelgas docentes de 1958-59 en repudio a la política económica de Frondizi lo demostraron como un referente obligado para sus compañeros del gremio. Una de aquellas huelgas duró más de 40 días y a su influjo, los docentes tucumanos salieron a dar clases en las plazas, los sindicatos y sus propias casas particulares. En 1962 consigue con sus compañeros, luego de arduas luchas, la vigencia del Estatuto del Docente. Para 1964 es mentor del diario “ATEP en Marcha” que aboga por una verdadera educación nacional y popular. Acompañó las luchas de diferentes sectores laborales, en especial de los trabajadores del surco al cerrarse los ingenios, para luego (en 1973) reclamar la socialización de esas fuentes de trabajo. A mediados de los ’70, ATEP, el gremio que dirigía, formó parte de la Coordinadora Nacional de Gremios Combativos y de Trabajadores en Lucha. Y en junio de 1975 ayuda a la formación de una Comisión de Derechos Humanos debido a la represión desplegada por el gobierno de Isabel y los militares. La Triple A lo acusa de ser “un lobo disfrazado de oveja”. Como dije, era secretario general de la Agremiación Tucumana de Educadores Provinciales (ATEP) y en la noche lluviosa del 23 de marzo de 1976 se quedó a dormir en el cuartito gremial del fondo, pegado a la escuela, con su hermano Arturo René. Una patota militar destrozó el lugar y ametralló el recinto matando a ambos en la misma madrugada del 24. Isauro tenía 120 orificios de bala en su cuerpo y Arturo 70. El prestigioso periodista rosarino Carlos del Frade apunta: “Cuando Isauro concurrió al sepelio del secretario general de la FOTIA, Atilio Santillán, recién asesinado, le dijeron al oído ‘Maestro, mañana es el golpe, no vuelva al gremio porque lo matan’. Tal vez supo allí mismo, que él volvería precisamente a ese lugar. Que nadie tenía el derecho a derrumbar las puertas de la casa de los maestros. Esperó a los golpistas con dos escopetas de caza en una piecita. Debían ser como las cuatro de la mañana cuando se llevó a un asesino a otro mundo y él cayó con cien balazos en el cuerpo. No era propietario más que de unos cuantos discos de pasta, un tiralíneas y algo de ropa. Pero sus hermanas acababan de regalarle un par de zapatos marca Delgado por haber cumplido 50 años. Los zapatos no figuraban en el acta policial levantada después del crimen…”. Como también expresé antes, Arancibia era recordado en el ámbito docente por su actuación en las huelgas de 1958 en pos del Estatuto del Docente, cuando se luchaba por la enseñanza laica y por la equiparación salarial de los maestros provinciales con los nacionales. Su accionar estuvo dirigido a mejorar la legislación en educación y logró que se crearan las juntas de clasificación con representación docente, régimen de licencia, bonificación por zona y bonificación por antigüedad para todos.