Roberto
Baschetti

Arbelos, Carlos Alberto

Lo dijo claramente en un reportaje: “Ingresamos al peronismo a partir de descubrir lo nacional, y ya desde el peronismo, comenzamos a descubrir lo social a través de charlar con viejos peronistas y leer los libros de Juan José Hernández Arregui”. Su ex compañero de militancia y periodista, Roberto Bardini, nos da su historia de vida. “Nacido en 1944, originario del barrio de Belgrano, alumno del Colegio Nacional Roca y estudiante de Arquitectura entre 1962 y 1964. Inició su militancia política en Tacuara y más tarde se integró al Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara (MNRT) –de signo peronista-. En agosto de 1963 fue uno de los comandos que participó en el célebre asalto al Policlínico Bancario, considerada la primera acción guerrillera urbana en Argentina. Pasó un primer destierro en Uruguay y conoció las cárceles de Villa Devoto, Caseros, Rawson y el buque-cárcel Granaderos. Mientras estuvo en prisión (1967-1972) fue redactor clandestino –desde la cárcel de Caseros, Pabellón 7- del órgano de la Juventud Peronista “Patria”. A comienzos de la década del ’70, se sumó con otros ex militantes del MNRT a las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y al Peronismo de Base (PB). Vivió en la clandestinidad junto a Envar El Kadri y finalmente, amenazado por la Triple A, en 1974 se exilió en España. En Madrid administró un restaurante llamado ‘Cafetín de Buenos Aires’, vendió alfombras árabes y tapices persas, redactó artículos que firmaban otros. En 1977 fue detenido junto a Alfredo Roca y Horacio Rossi –viejos camaradas de Tacuara- acusado de participar en París del secuestro de LuchinoRevelli-Beaumont, director gerente de la Fiat en Francia, por el que se pagó un rescate de dos millones de dólares. Sin juicio, estuvo preso en la cárcel de Carabanchel, con pedidos de captura de las policías de Francia, Italia y Suiza. ‘Pasé más de la mitad de mi juventud detrás de las rejas’ recordaba. Después de salir en libertad por falta de pruebas, en 1978 vivió un nuevo exilio en Costa Rica en compañía de Roca con quien más tarde –de regreso en España- publicó cuatro libros. Vivió 30 años en Argentina y 36 en España, donde se transformó en uno de los más reconocidos fotógrafos y críticos del arte flamenco”. Falleció en Sevilla, España, el 27 de enero de 2010. Testimonio de su militancia política y compromiso con la causa nacional y popular son los cuatro libros que escribió con Alfredo Roca: “Argentina, peronismo y democracia” en 1980; “Los muchachos peronistas. Historias para contar a los pibes” editado en Madrid en 1981; “Evita: no me llaméis fascista”, un año más tarde (editado en Barcelona), para aclarar los tantos frente al musical de fama mundial que desvirtuaba y tergiversaba su figura; por último, en 1983: “Argentina, proceso a la violencia”. Además, su muerte, pensé que había dejado inéditas lo que son sus memorias, que llevan por título: “El exilio de un muchacho peronista” pero el mismo Bardini antes citado, me señala, que salió en forma de libro en el año 2011 por Ediciones Fabbro. En un reportaje acaecido en el año 2006, le recordaron que hacía 32 años que se había ido de la Argentina perseguido por la Triple A, y si seguía considerándose un exiliado. Respondió: “Si, y no pienso regresar hasta que en Argentina se haga justicia. Hasta que todos los militares, policías, políticos, religiosos y colaboradores paguen por los crímenes que perpetraron impunemente, sobre todo en el período 1974-1983. Mientras haya un torturador suelto y un asesino en libertad –que hasta en algunos casos cobran jugosos sueldos o jubilaciones- no me propongo regresar a la Argentina”. Algo más, lo último. Como buen archivista que soy, guardo un correo electrónico que me mandó Carlos Alberto Arbelos el 7 de marzo de 2001, con motivo de incluirlo en mi libro de poemas y canciones de la larga Resistencia Peronista y en una parte del mismo dice así: “Te felicito por el trabajo de recopilación de material. Tienes cosas que creía estaban perdidas (…) En fin que contigo nuestra memoria está asegurada. ¡Buen trabajo! (…) Y te agradezco mi inclusión en ‘Campana de Palo’, pero pienso que esos poemas hoy tienen el único valor de haber sidos escritos en una celda. Perdón, en varias…”. Y por eso los publiqué Carlitos, simplemente por eso, porque ni aún aislado, encarcelado y torturado, perdiste tu fe en el triunfo de la Revolución Peronista, en el triunfo de nuestro Pueblo.