Nacida en Capital Federal un 28 de diciembre de 1952, día de los Santos Inocentes en el santoral católico. Tenía la doble nacionalidad argentina/francesa por el apellido de su madre que era Sahores. Graduada en Enfermería en la Universidad Nacional de La Plata. Militante de Juventud Universitaria Peronista y Montoneros. Se desempeño como profesional de la salud en el Hospital de Niños porteño “Ricardo Gutiérrez”, también como enfermera en Bahía Blanca y fue docente de la Cruz Roja platense. El 22 de noviembre de 1977, Elena viajó de Buenos Aires a La Plata para dar su clase de enfermería en la Cruz Roja. Eran las 17.30 horas cuando llegaba junto a su novio al departamento de su amiga Nora Formiga (ver su registro) en calle 54 Nº 1271. Allí había un allanamiento de fuerzas de seguridad y gente paralizada por el terror. El muchacho le dijo a Elena de alejarse del lugar, pero ella impulsada por la indignación se acercó a preguntar ¿por qué se llevan a mis amigas? Lo que ocasionó que también se la llevaran a ella, junto a Nora, Teresa Calderoni y otra joven embarazada no identificada. Les ataron las manos por la espalda, las encapucharon, las metieron en los baúles de un Dodge 1500 naranja y un Renault 12 azul y partieron con rumbo desconocido. La patota represiva la integraban miembros del Regimiento 7 de Infantería de La Plata y policías bonaerenses de civil. A los tres días los indeseables volvieron para saquear el departamento. Abrieron con la llave de la inquilina secuestrada y cargaron los muebles en un camión del Ejército. Como el dueño vivía en el edificio, levantaron un acta para dejar expresa constancia de los elementos secuestrados en la finca. En rigor a la verdad enumeraron unos pocos, que además nunca devolvieron; o sea se los robaron. El acta la firmaron el capitán Enrique Armando Cicciari y el sargento primero Juan Basilio Viscelli. En la faja de clausura se leía: “R.I.7. Grupo Operacional 113”. Calderoni fue liberada al mes; la tiraron a un costado de un camino: “No puedo hablar porque me matan” repitió durante años; pero en 2006 dio su testimonio decisivo para las condenas posteriores. En cautiverio vio a Elena y a Nora, muy torturadas en el CCD “La Cacha” en la localidad de Olmos, provincia de Buenos Aires. Con anterioridad, todas pasaron por la Comisaría 8ª de La Plata. Alfredo Arce Garzón logró entrevistarse con el coronel Mario Horacio Torres, jefe del Departamento de Operaciones del V Cuerpo de Ejército de Bahía Blanca. Según declaró el padre de Elena durante el Juicio a las Juntas, el militar tomó nota, prometió averiguar y días después le aconsejó: “No piense más en ella y rece mucho”. Tres días después, cuando le reclamó el cuerpo de su hija para sepultarla, el coronel fue elocuente: “Los cuerpos no se entregan”. En agosto de 1978 un nuevo dato reavivó esperanzas. En respuesta a un “Habeas Corpus”, la Comisaría 8ª, informó que Elena y Nora habían ingresado como detenidas e incomunicadas el 11 de enero y nueve días más tarde habían sido liberadas. En 1999 el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) exhumó tres cadáveres hallados el 21 de enero de 1978 en la intersección de las rutas 6 y 215, cerca de La Plata y confirmó que dos de ellos correspondían a Elena y Nora, las enfermeras “liberadas” el día anterior de la Comisaría 8ª platense. Según el acta de defunción habían fallecido por destrucción de masa encefálica por proyectil de arma de fuego. El ex comisario Etchecolatz se convirtió en el primer asesino condenado por estos crímenes.