23 años. “Chavi”. “Morocho”. Ex alumno secundario del Colegio Inmaculada de Santa Fe de curas jesuitas. Ya desde esos años mostraba un gran sentido crítico, que por su inteligencia y sentido común sabía compatibilizar con su gran sentido del humor, lleno de ocurrencias y dichos populares. Vivía en Paraná, pero estudia dos años de Medicina en Rosario y luego Arquitectura en la UCA (Universidad Católica Argentina) de Santa Fe. Aporta su compromiso político en la Agrupación de Estudiantes Peronistas (AEP) que luego se suma a la Juventud Universitaria Peronista (JUP). Como peronista montonero, se revela como un importante cuadro político-militar. El libro “Historias de Vida. Homenaje a militantes santafesinos” dice sobre él: “Toda su vida era encarada en función de la militancia, pero en el sentido de la construcción de un proyecto de país, por cierto, muy distinto del que tenemos hoy. Ese proyecto implicaba también el formarse como un hombre nuevo, capaz de compartir, de jugarse con los otros, de buscar juntos las formas de superar las dificultades, de generar acciones que se justificaran en el logro de mejores condiciones de vida para todos. De esta manera va a generar la formación del Centro de Estudiantes de la Facultad de Arquitectura, apoyar el proyecto del traspaso de la Facultad a la UNL, formar la Lista Azul y Blanca que gana las elecciones del Centro en los años 1974 y 1975. También en esas fechas y por decisión de la organización comienza a trabajar como bedel en la Escuela Industrial Superior, como modo de contribuir a la formación de los alumnos como profesionales al servicio del país. Así es como organzia una serie de charlas en la que los alumnos de Arquitectura daban clases a los chicos de 5º y 6º año sobre la vivienda popular y sus sistemas de construcción. Además, tenía un gran sentido de la solidaridad y el compañerismo; él pensaba que todo debía ser compartido porque eso era lo justo”. Argüello muere en Córdoba capital, el 22 de septiembre de 1976, tiroteándose con una patota militar que trata de penetrar a una imprenta montonera clandestina ubicada en la calle Rosario 2017, Barrio Yapeyú. Provisto de un fusil Garand se lleva con él a un suboficial –sargento primero Rosario Tejeda- y a otro lo deja mal herido. Los atacantes encuentran en una casa vecina, escondida, luego del tiroteo que también la tuvo como protagonista, a María de las Mercedes Fleitas de Argüello (“Julieta”; “La Negra”), la hieren de cuatro disparos cuando trata de huir y se la llevan. (Ver su registro). Entre los escombros de la casa, una criatura envuelta entre frazadas se salva, es Federico, el hijo de ambos. “El Morocho” –a quien también en la “orga” se conocía como “Santiago”- estaba acusado de participar en la muerte del General Cáceres Monié (ex jefe de la Policía Federal en otra dictadura militar) ocurrida el 3-12-75. Dice de él una amiga y compañera de militancia: “De todas sus enseñanzas la que me caló más hondo es esa idea de que a la libertad no te la regalan, sino que tenés que conquistarla. Y aunque por ella lo arriesgó todo, quisiera imaginar que de algún modo lo logró”.