Arqueros, Joaquín Vicente

“Juampa”. “Bocha”. Nació el 8 de septiembre de 1948. Excelente hijo, muy buen estudiante, recibido con honores en la escuela primaria “Mariano Moreno” y también en el colegio “General San Martín” donde se recibió de Bachiller. De firmes convicciones e ideas propias, siempre estuvo muy sensibilizado y preocupado por la realidad que lo circundaba. Padre de dos hijos (su hija menor nace cuando él ya estaba desaparecido). Viajante de comercio. Estudiante de Derecho. De firmes convicciones e ideas propias, siempre estuvo muy sensibilizado y preocupado por la realidad que lo circundaba. Integrante de Juventud Peronista. Militante Montonero en Chaco y Corrientes. Detenido y luego puesto en libertad en 1975. Se reintegró a la lucha. Secuestrado-desaparecido en Buenos Aires, el 17 de noviembre de 1976, en un nuevo aniversario del regreso triunfal de Perón a la Argentina, regreso por el que Arqueros luchó denodadamente sin medir esfuerzos ni sacrificios. Con la vuelta de la democracia, en un acto oficial se impuso una calle con su nombre en los barrios Ponce y Santa Rita de Corrientes. En agosto de 2008, con la causa judicial contra sus verdugos en vigencia, la testigo, mamá del “Bocha”, la señora Hilda Caballero de Arqueros de 97 años de edad (una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo en Corrientes) recibió amenazas de muerte por parte de los cobardes de siempre: “Acabala o vas a terminar muerta en un zanjón como tu hijo”. No la asustaron ni doblegaron en lo más mínimo. Enrique “Quique” Lovey en su excelente libro de memorias “Los años de plomo” lo recuerda así: “Juampa era un compañero clandestino, oriundo de la ciudad de Corrientes, con grado de oficial primero. Rápidamente se adaptó a las condiciones –ya que estaba clandestino en el Chaco-, tenía un carisma especial que nos inspiraba mucha confianza. Delegamos en él la conducción de nuestro grupo. No era conocido en la provincia, de manera que podía moverse normalmente, con documentos falsos. Del último viaje a Buenos Aires, nunca más regresó. Como si presintiera algo, antes de despedirse para partir, nos dejó su Winchester, ‘que lo había bautizado El Chaval, como a su pequeño hijo que quedó en Corrientes’, un cortapluma suizo y nos recomendó: ‘Si no vuelvo, este cortapluma es para el Chaval’. Cayó en una cita cantada nos dijo años más tarde el ´Negrito’ Amarilla”.