Nacido en 1945 en Alvear, Corrientes. Hijo de Willebrordo Arrúe, escribano, que fue diputado nacional por Corrientes en 1973 con el gobierno de Cámpora (ver más adelante). Desde los años ‘60 militó en grupos de apoyo social y técnico en villas de emergencia de la zona sur de Buenos Aires, mientras estudiaba la licenciatura en Economía, título que recibió con honores en 1969. Su nombre de guerra era “Pablo Cristiano” debido a que en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) donde militaba, los católicos eran “rara avis” y él lo era. Con la fusión revolucionaria de 1973, fue miembro de la Conducción Nacional Montonera. Secretario Político de la Organización. También lo apodaban “Chueco”. En el libro “LOMJE” de Ernesto Valverde, se retrata su personalidad metódica y cuidadosa como dirigente de FAR, proponiendo a los grupos militantes el fortalecimiento del trabajo territorial de base en los barrios, la lectura y la formación, además del foquismo. Cae en manos de las fuerzas represivas en junio de 1977 en la zona de Retiro por un grupo de tareas del Ejército adscripto a Campo de Mayo que se aprovecha de una delación. Fue salvajemente torturado. El Mayor del Ejército Juan Carlos “Maco” Coronel refiere, en el libro “Montoneros final de cuentas” de Juan Gasparini, que en su vida había visto dar tanta “máquina” a un ser humano como a Pablo Cristiano. Arrúe no entregó información alguna a sus verdugos, y finalmente murió en la tortura. Sabemos por el testimonio de Cacho Scarpatti que estuvo secuestrado en el centro clandestino de detención (CCD) El Campito, Campo de Mayo. Julio Bárbaro relata en su libro “La historia que yo viví” que el padre de Horacio, el diputado Willebrordo Arrúe, en una reunión de bloque más pesada que otra, tuvo que soportar que quisieran hacerlo callar en una discusión, recordándole que uno de sus hijos, Horacio Antonio, era un montonero de importancia. Sin sentirse intimidado en el momento, Arrúe continuó hablando sobre el tema del día e invitó al bloque a una reunión para responder a la acusación. Les dio un discurso tan duro como sentido, en el que marcó su distancia ideológica con su hijo, pero sin perder el respeto por la decisión que él no compartía y cuyos riesgos conocía. Dijo: “… prefiero verlo muerto defendiendo una causa que él cree que es la de la Patria, antes que verlo vivir en la aceptación de la injusticia y la entrega de su pueblo.”, y hasta sus detractores aplaudieron. Horacio Arrúe continúa desaparecido, sus hijos Carola, Marcos y Nicolás aún lo siguen buscando y reconstruyendo la historia de su vida y su militancia.