“Chueco”. Sobrino de un legislador justicialista. Licenciado en Economía. 31 años. Sus compañeros le decían “Pablo Cristiano” debido a que en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) de dónde provenía, los católicos eran “rara avis” y él lo era, aunque más bien ciertamente agnóstico. Con la fusión revolucionaria de 1973, fue miembro de la Conducción Nacional Montonera. Secretario Político de la misma. Siempre se lo consideró dentro de la Organización como un hombre metódico, preocupado por cumplir las normas de protección que se utilizaban para preservar a sus militantes y siempre haciendo hincapié en fortalecer el trabajo territorial y barrial como fuente de poder popular. Cae en manos de las fuerzas represivas en junio de 1977 en la zona de Retiro por un grupo de tareas del Ejército adscripto a Campo de Mayo que se aprovecha de una delación. Fue salvajemente torturado. El Mayor del Ejército Juan Carlos “Maco” Coronel contaba luego, que en su vida había visto dar tanta “máquina” a un ser humano como a Pablo Cristiano. Dijo que “la sangre se le espesaba” por la acumulación de electricidad en el cuerpo. Durante un intervalo en el que le permitieron tomar agua, la canilla golpeaba y rebotaba contra sus dientes. (Testimonio de Juan Gasparini). Arrúe no entregó información alguna a sus verdugos. Sigue desaparecido. Su hijo, Marcos Horacio, está intentando reconstruir la vida y la militancia de su padre. Lo que sigue está tomado del libro de Julio Bárbaro, “La historia que yo viví” y dice así: “Un diputado por Corrientes (Partido Justicialista), Willebrordo Arrúe, me dio una lección de dignidad. En alguna reunión de bloque más pesada que otra, quisieron hacerlo callar en una discusión, recordándole que uno de sus sobrinos, Horacio Antonio, era un montonero de importancia (…) Sin sentirse intimidado en el momento, Arrúe continuó hablando sobre el tema del día e invitó al bloque a una reunión para responder a la acusación. Nos dio un discurso tan duro como sentido, en el que marcó su distancia ideológica con su sobrino, a quien sin perder el respeto por la decisión que él no compartía y cuyos riesgos conocía (…) ‘Pero prefiero verlo muerto defendiendo una causa que él cree que es la de la Patria, antes que verlo vivir en la aceptación de la injusticia y la entrega de su pueblo’, dijo, y hasta sus detractores aplaudieron”. Nicolás, otro hijo de Arrúe, me aclaró que Willebrordo, escribano correntino, no es tío del compañero Horacio Antonio Arrúe sino nada menos que su padre.