Avellaneda, Lucrecia Mercedes

Vivía en Virrey Cevallos 1159, Capital Federal. Estudiante universitaria de Antropología en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Militante en el peronismo montonero. 26 años. Secuestrada-desaparecida el 13 de enero de 1977, a las 18 horas, del domicilio comercial sito en Garro 3166, barrio del Parque de los Patricios, Capital Federal (empresa Color S.A.). Fue vista en el CCD ESMA antes de su asesinato. Sobre ella nos cuenta otro ex montonero y militante de Juventud Peronista, Alberto “Kike” Muñoz: “¿Cuándo conocí a ‘Lucre’? Hace casi 50 años. Después de la asunción del ‘Tío’ Cámpora, allá por junio de 1973, en una peña de la JP, en una casona de la calle Pavón, donde intercambiamos algunas palabras, porque los dos éramos nuevitos, en ese grupo militante que crecía arrolladoramente en San Cristóbal, para terminar transformándose en una referencia para toda la militancia montonera de la ciudad. Lucrecia era una piba muy tímida, dulce, de hablar bajito. Estudiante de Antropología, abandonó su militancia universitaria para volcarse de lleno al trabajo en el barrio, con una dedicación y una entrega digna de esos tiempos. Fuimos compañeros y amigos, compartimos reuniones políticas, movilizaciones, pintadas, visitas a vecinos, volanteadas, y también, cuando podíamos, alguna mesa de la pizzería ‘San Cristóbal’, ahí por San Juan y Entre Ríos, con charlas interminables que inevitablemente terminaban en la madrugada. Así también participamos en algunos campamentos juntos. Muerto Perón, dejó de ser Lucrecia, para convertirse en ‘Leticia’ en consonancia con una clandestinidad que aceleraba los enfrentamientos y achicaba los tiempos de compartir. Nos seguimos viendo, pero con menor frecuencia, participamos de alguna operación juntos, y cuando la cosa se puso definitivamente jodida, a veces nos encontrábamos en citas ‘extraorgánicas’ y recordábamos los buenos y efímeros tiempos de alegría, y un par de veces, cuando ya no tenía lugar donde dormir, producto de ‘levantar’ la “casa” donde paraba, terminamos juntos en un ‘telo’, durmiendo con las armas bajo la almohada. Para fines del 76’, ella conducía un grupo de compañeras en la zona de Pompeya, donde realizaban militancia política territorial, acompañada de acciones político militares. Su compromiso con el proyecto la había llevado a proletarizarse, y trabajar en una metalúrgica mientras vivía en una pensión. La última vez que la vi, fue en una salida 10 días antes de su caída, en el zoológico de Palermo, donde juntos, por un ratito, logramos aventar el horrible clima represivo de esos días, reírnos y disfrutar (…) ¡Compañera, amiga, Lucrecia Avellaneda, te sigo extrañando! ¡Hasta la Victoria Siempre!