“Canario”. Nacido en General Villegas, provincia de Buenos Aires. El secundario lo hizo en el Colegio Nacional de su ciudad. Estudiante de Arquitectura en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Fue militante de Juventud Peronista. En la ciudad de las diagonales compartía vivienda con Miguel Ángel Moussegne (ver su registro). A la edad de 23 años fue secuestrado-desaparecido el 20 de enero de 1977 en Capital Federal. Fue visto en el CCD Puesto de Arana antes de su asesinato. Su prima Micalea Fernández lo retrata como “un hombre inteligente, recatado, solidario y comprometido con la realidad. De un humor que rozaba lo ácido y dueño de una prudencia innata. Mario llevaba sangre vasca en sus venas (su madre era una Iriarte) y su forma de ser era de ese modo: muy franco, serio y de pocas palabras” nos dice. Eduardo Sáenz también aporta su recuerdo: “Conocí a Mario allá por 1973 en una guitarreada organizada una noche de verano, en una de las casas de los universitarios que estudiaban en La Plata. Posteriormente con motivo de haberse transformado en un asiduo visitante de la Unidad Básica que la Juventud Peronista de Villegas había inaugurado en noviembre del ’73, estrechamos nuestros lazos de amistad. Así descubrimos nuestra afinidad con la política, a la cual veíamos como herramienta transformadora y forma de evitar, en lo sucesivo, los continuos golpes de Estado a los que recurrían los factores de poder para mantener sus privilegios. Recuerdo que el 26 de julio de 1974, él, junto al querido ‘Kuqui’ Damiani, realizaron un homenaje a la abanderada de los humildes –Evita Perón- que consistió en recorrer los barrios de ‘La Trocha’ y ‘Villa Ciclón’ con una chatita que en su parte trasera llevaba dos parlantes que nos cediera el compañero Lobato. Ambos conectados a un grabador que emitía canciones y discursos de Eva, tales como ‘Evita Capitana’, ‘Los Muchachos Peronistas’, el discurso del renunciamiento, etc. La repercusión en los barrios fue de tal magnitud que los vecinos, emocionados, salían de sus casas a escuchar a Evita y hacían permanecer durante varios minutos en cada una de las esquinas a ambos compañeros. No olvidaré jamás ese día. Por la tarde-noche salí de trabajar del Banco Nación, en la esquina de Rivadavia y San Martín, y allí estaba Mario con su eterna sonrisa de oreja a oreja, deslumbrado y conmovido por la experiencia vivida. Creo, sin temor a equivocarme que en esa fecha, ‘El Canario’ abrazó definitivamente la causa a favor de los humildes (…) Hoy cuando veo al estudiantado reclamar a favor de la enseñanza pública, o cuando observo una multitudinaria marcha como la que se realizó en homenaje a la denominada ‘Noche de los Lápices’, me parece ver que al frente marchan el ‘Canario’ Bagger, ‘Kuqui’ Damiani, ‘La Abuela’ Moussegne, mi hermano Ricardo ‘El Topo’ Sáenz, pues esta generación levanta las mismas banderas que ellos enarbolaron en su momento”.