“El Gallego Barber”. Nació en Barcelona, España. Vino a la Argentina de muy chico con tan solo 3 años de edad. Sus padres se instalaron en Rosario. Su abuelo los acompañó luego de salvar su propia vida, ya que anarquista y concejal en el ayuntamiento de Tarragona, marchó primero al exilio en Francia el 19 de enero de 1939, para luego en 1954 (dos años después que Alberto y la familia llegaron a Rosario) venirse él también para la Argentina. La condición económica de la familia no era muy buena, se acercaba más a una clase media baja que vivía con lo justo. El padre de Alberto –siempre en Rosario- primero puso un taller mecánico que no funciónó, luego una fábrica de rulemanes que quebró y después fue socio (no ponía capital sino trabajo) de una empresa donde los beneficios económicos no se hacían ver seguido. Ayudaba en algo que la madre de Alberto era modista y con lo que cobraba de las clases de costura sumaba una entrada de dinero al hogar. Barber Caixal hizo la escuela primaria en la “Dante Alighieri” y la secundaria en la escuela industrial de esa ciudad. Vino a Santa Fe para estudiar Ingeniería Química para 1965 más o menos. Al ser técnico químico entró a trabajar en 1968 como profesor de Merceología en la Escuela de Enseñanza Media Nº 13 “Ricardo Foster” de San Jerónimo Norte, donde ejerció hasta 1973, año en que asume la dirección de la Escuela Industrial Superior de la Universidad Nacional del Litoral (UNL). Fue alumno del Instituto Politécnico y luego director de la Escuela Industrial de Santa Fe (EIS). Dejaba entrever en sus conversaciones, su ideología y tenía mucha influencia sobre alumnos y compañeros de trabajo, tanto que en torno a él se nucleó un grupo que dirigió todo su accionar al logro de un cambio de mentalidad en una zona de la provincia (San Jerónimo) donde no se percibían índices de problemas socioeconómicos graves. En 1971 contrae matrimonio y tiene tres hijos (Andrés. Natalia. Pablo) que actualmente viven con sus abuelos y tíos en Tarragona, España. Como director del EIS realizó reformas que tendieron a nivelar el ingreso de los alumnos. Implementó un curso de ingreso para que todos los aspirantes tuvieran igualdad de posibilidades. Llamó a concurso para cubrir cargo de profesores lo que le valió el odio y la inquina de aquellos que estaban en sus cargos por acomodo o relaciones personales y políticas importantes que poco tenían que ver con la capacidad. Con el cambio adverso para el campo nacional y popular, en 1975 pasa al anonimato, a la clandestinidad. Por su militancia comprometida para lograr un país mejor, desde las filas del peronismo montonero, a la edad de 28 años, fue secuestrado-desaparecido en Rosario, el 14 de septiembre de 1977. Se lo recuerda como un compañero austero, estricto en sus convicciones, pero no rígido, que podía escuchar atentamente y con sumo respeto a su interlocutor del momento y si cabía el caso, cambiar de idea o bien perfeccionarla. Dice su mujer (Gladis Noemí Gaziano, ya fallecida) que lo tomaron prisionero en la calle. Un grupo de tareas, le tendió una celada a través de una cita “envenenada” en la mesa de un bar; lo llevaron a su propia casa golpeado. Dicen que estuvo en el CCD “Quinta de Funes” antes de su asesinato y que en el libro de Miguel Bonasso “Recuerdos de la Muerte”, él es “Leopoldo”. Luego pasó por otro CCD antes de ser asesinado. En marzo de 2010 en el Politécnico, Barber Caixal fue recordado junto a otros ex alumnos desaparecidos en la dictadura, mediante un acto y ceremonia que contó con la presencia de autoridades de esa casa de estudios, el Director de Coordinación de Secretaría Académica, Claudio López, profesores y alumnos del Politécnico, quienes participaron activamente en la organización de este homenaje. Se proyectó un video, se exhibieron fotos y en el aula Nº 02 se colocó una placa recordatoria con su nombre. Cabe acotar, que Walter Roscoe, alias Ricardo Ríos, ex personal civil del Ejército durante la dictadura, está acusado de su secuestro, tortura y homicidio y por tal motivo está siendo juzgado en septiembre de 2010. Cuenta Silvia, una compañera de trabajo, docente de inglés en San Jerónimo que compartía el viaje con Alberto en el colectivo. En un momento como para charlar de algo y se le hiciese menos tediosa esa hora de viaje, al ver el dorado de los plátanos que estaban al borde del camino, no tuvo mejor idea que decir: “¡Qué hermosa es la vida!” a lo que Barber Caixal, contestó muy serio: “Hermosa para usted compañera, que tiene el pan en la mesa, un techo y una vida digna”. Él también tenía la posibilidad de una vida digna, pero ya sentía el hambre del hombre que no tenía pan en la mesa, el frío y la angustia de los que no tienen techo, la rabia por todos a los que se les niega una vida digna. Sigue contando Silvia que fue parte de los equipos de trabajo que este compañero confeccionó cuando estuvo dirigiendo el EIS y que para ella fue una experiencia muy enriquecedora. Que inclusive siguió teniendo contacto con él, cuando pasó a la clandestinidad. Le enviaba postales sin firma de diferentes lados y ella por la letra sabía que eran de Alberto. La última que le mandó fue la de la Casa Rosada y decía: “Cuando estemos aquí nuestros sueños serán realidades”.