Reseña tomada de la revista El Auténtico, Año I, N° 1, de fecha marzo de 2003. En el año 1969, con 17 años decide comenzar a militar. “Yo era delegado del centro de estudiantes del colegio donde estudiaba, en José León Suárez, provincia de Buenos Aires. Era un colegio de curas. Logramos con el cura que estaba a cargo (que más que ser el rector del colegio era un amigo) precisamente formar el centro de estudiantes. Para aquel año (1969) hubo una gran inundación en el barrio y con los compañeros armamos un centro de evacuados en la iglesia; tuvimos 400 evacuados durante dos meses; se suspendieron las clases, los compañeros traían alimentos de sus casas y los 1.200 alumnos colaboraron fuertemente con ese centro de evacuados. Luego un día apareció otro chico y me dijo que le gustaría que charlemos para formar un grupo más grande y así fuimos creciendo cada vez más y un día este compañero, me aclaró que él formaba parte de un espacio que estaban construyendo para cambiar esa sociedad. Bien, este compañero me hizo conocer a su padre, que vivía en el barrio porteño de Belgrano. Cuando lo ví y le dí la mano, no lo podía creer, ya que para mí era como tocar el cielo con las manos. Este hombre era el poeta Francisco ‘Paco’ Urondo. Y con una humildad asombrosa él se allanó para viajar hasta José León Suárez para armar la cosa. Y me presentó a su hija y a su yerno que luego fueron mis mejores amigos del inicio político. A ellos dos nunca los conocí por sus nombres reales porque sabían en que condiciones estaban. ‘Paco’ nos dio charlas como si fuera un profesor y nosotros sus alumnos, hasta que un día, más o menos a los dos meses, nos dijo: ‘Hasta aquí llegué yo, ahora son ustedes los que tienen que empezar a tomar compromisos, va a venir otro compañero que va a ser su responsable. Quiero que continúen trabajando en la villa en la que están ahora ayudando, que abran un local’. Y lo hicimos con forma de dispensario, hablamos con un vecino, conseguimos un espacio. Preguntamos si algún otro era enfermero y una compañera nos dijo que era enfermera del Policlínico de San Martín y se ofreció para ayudarnos y también decidimos hablar con los médicos del hospital para que salieran a la calle a dar una mano. Hablamos con el cuerpo de delegados de los médicos y les encantó la idea y así el dispensario pasó a ser una salita de primeros auxilios. Nos mandaban un médico de niños a la mañana y a la tarde un odontólogo y un médico clínico y así atendíamos a 80 o 90 personas por día. En lo político y social, dos veces por semana hacíamos reuniones, una hora de organización y una hora de discusión política: de lo internacional, de lo nacional, de lo actual, ese fue el inicio. Y así llegamos al 11 de marzo de 1973. En esa época hacíamos una convocatoria a las 9 de la mañana y a las cinco de la tarde teníamos 2 mil o 3 mil personas en cualquier lugar de Buenos Aires. A las reuniones de la Unidad Básica venían Doña Juana, Doña Rosa, Don Pedro, Don José, gente de trabajo que les interesaba saber lo que iba a pasar en su barrio, en su pueblo, en su ciudad y que nos dio, además, la posibilidad de crecer a nosotros juntamente con ellos en la conciencia y en la responsabilidad”. Barrientos –peronista y montonero- se casó el 21 de diciembre de 1979 con una chaqueña de 24 años que se llama Marta y le dio cuatro hijas: Ivana Romina, Noelia Verónica, Nadia y Erica. Su casamiento por el civil en Malvinas Argentinas, Grand Bourg, provincia de Buenos Aires –al estar clandestino- fue con documentos truchos, autos operativos y compañeros armados que pasaron como familiares. En abril de 2003 cumplió 50 años, por lo que calculo y deseo que siga disfrutando de la vida, al momento de hacer esta reseña (febrero de 2020).