“El levantamiento militar de Valle (9 junio de 1956) estuvo infiltrado desde un comienzo y no fue evitado, culminando en un total fracaso. Su derrota fue festejada con exteriorizaciones públicas del antiperonismo, llegando al aciago gesto de saludar los fusilamientos. Salvador Ferla relata (en “Mártires y Verdugos”) que frente a uno de esos desfiles mientras la muchedumbre daba ‘vítores a Rojas, a Aramburu, a la Revolución Libertadora y a los fusilamientos’, desde uno de los balcones, Esther Rodríguez y Teresa Caniva, dos mucamas, exteriorizaban su indignación por las matanzas y arrojaban objetos sobre los manifestantes. Estos se enfurecieron e intentaron entrar en el edificio para linchar a las muchachas. Intervino la policía y las dos mujeres fueron conducidas a la Seccional Quinta donde se les instruyó sumario por ‘escándalo’. El incidente se repitió en avenida de Mayo; allí fueron tres las que gritaban: Rosa Bassi, Mireya Robledo y Juana Santillán. También se las detuvo por escandalosas: ‘Pero por lo menos gracias a ellas se puede decir que en este país donde no hay hombres para impedir los asesinatos, hay mujeres para repudiarlos’”. (Tomado de “Las mujeres en la resistencia peronista. Sentidos y representaciones” de Ana Josefina Centurión).