Nació el 16 de febrero de 1955 en Rosario, provincia de Santa Fe. Estudiante de Análisis de Sistemas, en la Universidad Tecnológica Nacional de Rosario. Esos conocimientos le permitieron conseguir trabajo en John Deere empresa agropecuaria importante en la zona. Adriana “Paula” Bianchi era integrante de la secretaría Política en Montoneros. Cayó combatiendo el 4 de enero de 1977 en una casa operativa de la organización en Santa Fe (calles San Martín y Boneo) junto a José Pablo Ventura de la conducción de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y María Josefina Mujica (ver registro de ésta última). Los vecinos se habían quejado por interferencias en sus aparatos de televisión los que luego se comprobó eran originados por un equipo de comunicaciones montado en el sótano de aquella casa. Dejemos que su mamá nos cuente: “Me llamo Herminia Severini, nací en el campo. Tengo 75 años y de chiquita me tocó vivir detrás de mis hermanos, porque soy la penúltima de una familia de 16 hermanos. A los 11 años, mi hermano que tenía 20 se accidentó domando un potro y ahí hice trabajo de enfermería siempre a su lado, por lo que no pude terminar la escuela primaria. De grande con mis 30 años, me divorcio con dos criaturas: un varón, Daniel Enrique y una nena, Adriana María Bianchi. Bueno, sin título, sin capacitación, empecé a trabajar de mucama en un sanatorio y a estudiar enfermería. Cuando mi hija fue creciendo quiso también estudiar, capacitarse, porque ella quería que yo dejara de trabajar. Nunca se llevó ninguna materia. Yo traté de ayudarla, el sueldo era muy bajo, y entonces le conseguí una beca (…) Además ella estudiaba inglés, era maestra de inglés y se caracterizaba por esa fuerza de luchar, emprendedora (…) Equivocados o no, confiados, los jóvenes, lucharon. Creían que iban a producir el cambio, yo, con un poco más de experiencia tenía mis dudas. Le decía que el pueblo no estaba preparado para ese cambio social, pero ellos estaban convencidos de que sí. (…) Entonces, Adriana era joven, cuando ‘desapareció’ tenía 21 años. Ella me decía ‘Mamá vos me enseñaste a pelear y a luchar y hay que llegar hasta el final’. Yo no encontré su cadáver como miles de madres no encontraron a sus hijos. (…) Los militares crearon un terror para el resto de la vida. Esto tratamos de decirles a los jóvenes. Sobre todo, que estén unidos, que se cuiden, pero que no dejen de luchar, que esto no termina y nosotros llevamos la palabra y la memoria”.