Nació en Lanús, el 19 de junio de 1919. Obrero especializado en ácidos en una curtiembre de Gerli, provincia de Buenos Aires. 46 años. Alto y corpulento, medio calvo, de bigote y lentes. Asesinado en un enfrentamiento a tiros con Vandor, sus guardaespaldas y otros secuaces, luego de una disputa poco clara, que tuvo como testigo la pizzería “La Real” de Avellaneda. Eso ocurrió el viernes 13 de mayo de 1966. Con él murió su compañero Juan José Zalazar. Domingo Blajakis, (El Griego, El Viejo, El Químico, Mingo) era un avezado técnico en explosivos caseros, y luego de romper con el viejo Partido Comunista (PC) ante la negativa de éste de conformar milicias obreras luego de los bombardeos del ’55 por parte de la aviación militar, pasó a ser un cuadro más de la Resistencia, ligado a la izquierda del Movimiento, al ser jefe del “Grupo Avellaneda” de la Acción Revolucionaria Peronista (ARP). Para saber hasta los mínimos detalles de este caso en que murieron tres personas, debe leerse el libro de Rodolfo Walsh, “¿Quién mató a Rosendo?”, título relacionado con Rosendo García, amigo de Vandor y como él, gremialista metalúrgico. El diario “CGT” de la CGT de los Argentinos, con motivo del tercer aniversario del deceso, publicó: “Se cumplieron tres años de la muerte de Juan Zalazar y Domingo Blajakis, alevosamente asesinados por el vandorismo en la confitería ‘Real’ de Avellaneda. Zalazar y Blajakis no murieron porque sí. Las ideas que ellos defendían eran las mismas que hoy inspiran a la CGT de los Argentinos. La lucha que libraron es la que nosotros seguimos librando. La resistencia que encarnaron, es la Resistencia del Pueblo. Sus ejecutores materiales formaban parte del séquito del vandorismo. Pero sus asesinos verdaderos son los que se ocultan detrás de Vandor: la oligarquía y el imperialismo. El pueblo del que formaron parte, al que honraron con su vida y con su muerte, sabe que el mejor homenaje que puede rendirse a su memoria es proseguir la lucha iniciada, hasta que no quede un solo traidor en la conducción del movimiento obrero”. (Para más datos ver registro de Juan José Zalazar). La novelista jujeña Libertad Demitropulos –que también escribió sobre Evita- en 1973 dio a conocer un cuento que lleva por título “Blajakis vuelve a pelear”. Por su parte ARP, con motivo de su muerte, expresó: “Después de la caída de Perón trabaja incansablemente en la organización del 9 de junio (sublevación de Valle), en la que actuó de enlace y coordinador en el sur del país. Traicionada y destrozada a sangre y fuego esa gloriosa y heroica gesta, fue perseguido y encarcelado y finalmente confinado en el sur, en la cárcel de Esquel, donde pasó 18 meses. Encanecido prematuramente, una vez recuperada su libertad se dedicó con el entusiasmo de siempre a realizar las tareas exigidas por Perón y el Peronismo y todo el período de la Resistencia –Decreto 4161, Estado de Sitio, Plan Conintes- lo encontró en primera fila organizando y actuando contra el régimen. (Con motivo de su asesinato) los diarios y revistas sensacionalistas dicen que Domingo pasó intrascendentemente por la escuela industrial y la universidad sin recibirse de nada, y que tenía pocos recursos económicos, que siempre vivió ‘a saltos de mata’, que su vida fue siempre agitada. Y es cierto. No era precisamente la suya la situación que gozan los diarios y revistas que comercian con los dramas de nuestra patria. Es cierto que nunca tuvo nada, ni ‘llegó a nada’, en el sentido que los burgueses dan a ese concepto. Ultimamente estaba terminando a costa de enormes sacrificios su ‘ranchito’, como él le decía, para ‘poder reunirnos más a menudo’. Pero lo cierto es que nunca tuvo nada, excepto su profundo amor por los humildes, su auténtica solidaridad y consecuencia con su clase. Nunca ‘llegó a nada’ porque nunca buscó la solución de sus problemas personales sino del conjunto, pero sus valores morales, su capacidad intelectual, su inteligencia; ni los diarios ni las revistas del régimen ni los otros cómplices y usufructurarios del régimen las conocen ni las podrían comprender; solamente nosotros, sus hermanos políticos, sus hermanos militantes en la lucha social contra el sistema y quizás algún amigo, las conocemos y las valoramos. Condiciones, valores morales e inteligencia le sobraban, y tanto le sobraban que precisamente por eso nunca tuvo nada, ni llegó a nada; porque un auténtico revolucionario no llega a nada hasta que destroza al régimen corrompido y parasitario que nos explota, e instaura una nueva sociedad acorde con el momento histórico. Sus conocimientos de la historia y de las revoluciones mundiales, las diferentes escuelas filosóficas, la química, la física, la medicina, eran parte del conocimiento con que aclaraba nuestras dudas, nuestra ignorancia, nuestros interrogantes. Sus profundos conocimientos del Peronismo, transformó a nuestro peronismo emotivo en peronismo consciente y militante. Era el que siempre tenía una respuesta optimista a nuestras preguntas pesimistas, el que terminaba cualquier discusión con un chiste inocente. Era el padre del grupo; nuestro ‘hermano mayor’. Tuvo también claridad para comprender con mucha anterioridad como la burocracia se transformaba en dique de contención de las masas. Ese era Domingo Blajakis, nuestro griego. La muerte lo sorprendió trabajando por el pueblo trabajador, tratando de unir la lucha de nuestros hermanos del norte, de nuestros compañeros del interior, con nuestra lucha, tratando de quebrar ese cerco de hielo e insensibilidad de la burocracia traidora. No murió peleando, murió asesinado a mansalva. Pero no es un mártir, es un héroe. Fue un militante más del ejército invencible del pueblo trabajador. Fue un revolucionario auténtico”.