Roberto
Baschetti

Bordenave, Marcela Antonia

Falleció de una dolorosa enfermedad en su ciudad natal, La Plata, el viernes 3 de marzo de 2017. Sus restos fueron velados en el Salón de Pasos Perdidos del Congreso de la Nación. Fue la compañera de Germán Abdala (ver su registro). Vuelta la democracia en 1983, con el tiempo, fue miembro destacada de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) y fundadora de la Confederación de Trabajadores Argentinos (CTA), el Frente Grande y el Frente País Solidario (FREPASO). También con anterioridad, del “Grupo de los 8”; los ocho diputados que se le plantaron a Menem y a su traición a las banderas históricas del peronismo. Fue diputada nacional entre 1995 y 2003. Durante el gobierno de Néstor Kirchner ocupó un cargo en la Dirección de Proyectos de Integración Ciudadana del Ministerio de Relaciones Exteriores; fue su último cargo público. El bloque de diputados del Frente para la Victoria-Partido Justicialista emitió un comunicado expresando sus condolencias: “Fue una gran luchadora ante las adversidades de la vida y de la política. Jamás claudicó en los ideales del campo nacional y popular, militando junto a su ex compañero Germán Abdala, además de haber sido una activa defensora de los Derechos Humanos” recordó la banca de Héctor Recalde. La declaración en cuanto a las “adversidades” hacía referencia a que, en octubre de 2016, Marcela debió soportar la trágica muerte de su hijo Bruno Huck, de 46 años, quien falleció al chocar su auto en una rotonda de la ciudad de las diagonales. Y cuando hablaba de derechos humanos, era porque Bordenave fue una fuerte impulsora de lo que luego sería la ley 25.914 de reparación para hijos de desaparecidos nacidos en cautiverio o secuestrados junto a sus padres durante el terrorismo de Estado. La excelente revista mensual “Resumen Latinoamericano” de Carlos Aznarez, al saber de su deceso, la recuerda como “una luchadora incansable en defensa de las ideas más revolucionarias del peronismo –el de los trabajadores y trabajadoras y no de los burócratas y traidores que tanto abundan- y de otras causas liberadoras. Gran amiga de la lucha del pueblo vasco y del pueblo palestino, no dudó en comprometer su nombre y su acción como diputada para reclamar por los presos y presas de cada una de esas trincheras, sufriendo en el primero de los casos una campaña miserable e injerencista por parte del gobierno español (…) Ahora que su partida se hará sentir, lo mejor será recordarla como fue siempre, dicharachera, derrochando simpatía e implacable con los enemigos de sus compañeros. Hasta la victoria siempre, compañera”.