“Bocha”. “Agustín”. Nacido el 10 de octubre de 1948 en Las Mercedes, Villa Ocampo, Santa Fe. Tiene 8 hermanos. Sobrino del cura y militante montonero Rafael Yacuzzi. Luego de la escuela secundaria se internó en el Seminario Diocesano de Santa Fe con el fin de tomar los hábitos sacerdotales. Milita en el Movimiento Rural de la Acción Católica. Paralelamente emprende la carrera de Filosofía y Letras en la Universidad Católica Argentina. Conoce gente; se abre al mundo. Allí cambia su vida. Toma conciencia política de la situación en que se vive. Tras esa experiencia se muda a Villa Ana donde es elegido delegado en las Ligas Agrarias. Ya para entonces es un militante peronista montonero más. En octubre de 1974 será orador ante 3.200 personas en un acto convocado por las Ligas Agrarias santafesinas en el Club Atlético “Adelante” de Reconquista: habló sobre la injusta distribución de tierras en el país. En 1975 se casa con Efigma Zamudio una chica maestra de la zona y nacerá su hijo Pablo. Luego del golpe militar de 1976 comienza a ser perseguido como todos los demás integrantes de las ligas agrarias. Todos lo recuerdan como un tipo afectuoso, cálido, macanudo, jodón, laburador, amigo de todos, siempre presto a dar una mano. Voluntarioso, ponía el alma en cada cosa que hacía y se proponía. Desaparecido, el 22 de noviembre de 1976 en el trayecto de Formosa a Resistencia. Fue asesinado en la Masacre de Margarita Belén, el 13 de diciembre de ese mismo año. Un compañero de conscripción recuerda una anécdota divertida del “Bocha” Alcides Bosch, que la sabrá disfrutar alguien que como yo, hizo el servicio militar obligatorio. Recuerda: “Los dos hicimos la ‘colimba’ juntos en el Distrito Militar Santa Fe, el de la avenida Freyre. Se cumplían los 100 años del Regimiento 12 de Infantería, ahora en Corrientes y trasladado allí por no haberse plegado a la revolución del ’55 y con tal motivo se hicieron actos de toda índole. Vinieron, desde Corrientes, oficiales y suboficiales del 12 junto con soldados. Nosotros en el Distrito, nos manejábamos con menos formalismo con nuestros superiores. Hacíamos trabajo de oficina y guardias todos los días. El ‘Bocha’ va caminando de las oficinas a la cuadra y se cruza con un teniente del Regimiento 12. El saludo es de rigor. El ‘Bocha’ dice ¡Hola! y sin birrete. Sintió la voz del oficial: ¡Cuádrese soldado!, póngase el birrete para saludar a un superior y salude como corresponde. Así lo hizo el ‘Bocha’. Luego la orden: ¡Carrera March! Y el ‘Bocha’ empezó a correr. ¡Cuerpo a tierra! Y el ‘Bocha’ siguió corriendo. El oficial todavía lo esta buscando. El ‘Bocha sabía que del ‘baile’no se escapaba si se quedaba ahí indefenso frente al energúmeno que vociferaba”.