“Chichita” para su familia. Licenciada en Ciencias Políticas, estudiaba también Psicología y daba clases en la Universidad “John Fitzerald Kennedy”. Sus altas notas le permitieron conseguir trabajo sin problemas con 17 años en el Banco Provincia de Buenos Aires, en las sucursales de Lanús, Avellaneda y finalmente en la Casa Central. En ese ámbito laboral comenzó su militancia política y actividad gremial en defensa de sus compañeros de trabajo desde los principios y postulados de la Juventud Trabajadora Peronista (JTP). Su hermana Leticia recuerda con una sonrisa en sus labios, que luego del golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976 los dictadores intervinieron el Banco Provincia: “Marta tuvo una discusión con el nuevo interventor y se subió al escritorio y le cantó la Marcha Peronista”. Además, ella y sus compañeros “Estaban luchando por las cosas que les habían sacado a los bancarios, como por ejemplo que los puestos pasaran de padre a hijo”; práctica omún en muchos gremios. En un momento, acosada por el ambiente irrespirable que había en aquel Banco, renunció a su trabajo, pero le pidieron que vuelva. Y volvió. Tenía entonces 31 años. Durante los primeros meses de la dictadura ya habían desaparecido algunos compañeros suyos del Banco y de la Universidad. “Cuando los perros que teníamos en la terraza ladraban de noche a mi hermana le agarraba pánico”, contó Leticia. En esa época fue cuando la familia le pidió que dejara de trabajar y de militar. Marta fue terminante haciendo mención a una frase con historia: “Prefiero morir de pie que vivir de rodillas” rememora Leticia. Quien también para finalizar nos dice: “Hicimos las denuncias en Capital, todas las semanas íbamos al Ministerio del Interior, a los dos años mi mamá murió de tristeza, antes había muerto mi abuela del disgusto”, continuó. Tras recorrer los lugares que recorrían los miles de familiares de desaparecidos, comenzaron a aparecer los que sacaban ventaja de la situación. “Se presentaban en casa personas que ofrecían información a cambio de dinero. Mi viejo vendió casa, terrenos para pagar esa información, quedamos en la ruina total”, dijo Leticia. También la familia sufrió el desprecio de los que no entendían lo que pasaba, pero “con el tiempo las cosas fueron cambiando”, aseguró. Marta Isabel Bracco no fue vista en ningún centro clandestino, su cuerpo no fue recuperado.