Proveniente de Venado Tuerto (Santa Fe), donde nació un 22 de mayo de 1949 y habitó en su infancia, el estudiante de Ciencias Económicas Ángel Enrique “Tacuarita” Brandazza fue secuestrado en Rosario, en su lugar de trabajo (un empleo contable), el 28 de noviembre de 1972. Por un momento zafó de sus captores, escapó del baúl de un coche sin chapas, pero fue recapturado y nunca más apareció con vida. Tenía 23 años. En su adolescencia fue dirigente de la Acción Católica. Lo de “Tacuarita” le venía por ser flaco y alto, por analogía con las cañas tacuaras tan comunes en la ribera del río Paraná. Era peronista y militaba en la Unión de Estudiantes del Litoral (UEL) y el Peronismo de Base. El secuestro lo llevó a cabo un grupo operativo conjunto de la Policía de Santa Fe, el Segundo Cuerpo de Ejército y Gendarmería. Fue torturado hasta morir en una comisaría de Rosario como consecuencia de la picana eléctrica. Se cuenta que lo confundieron con Julio Roqué quien había participado de la ejecución del General Juan Carlos Sánchez, un reconocido torturador y represor de Rosario y zonas aledañas. Todos los organismos de seguridad negaron su participación en la desaparición y posterior muerte de Brandazza. La Comisión Bicameral Investigadora de la Legislatura santafecina que comenzó a funcionar luego del 25 de mayo de 1973, aún rodeada de presiones y atentados, estableció las responsabilidades y señaló a los culpables. “El Chancho” Juan Lucero integrante de dicha comisión, comprobó que Brandazza había sido alojado en la comisaría 5º y ahí se lo torturó bestialmente y ahí lo asesinaron. Y también tuvo fuertes sospechas de que luego, en la celda, se hizo con su cuerpo un block de cemento “y al mando del mayor Gigena fue fondeado en el Paraná entre Puerto San Martín y San Lorenzo”. Por otro lado, en un libro escrito por A.C. Helman y C.A. Cassarino en 2014, sobre el último golpe de Estado en Corrientes, recuerdan que dos policías señalaron al coronel Luis Alberto Sarmiento (luego Ministro de Gobierno y Jefe de Inteligencia en Misiones) como “el mago de la picana que en 1972 torturó hasta la muerte al estudiante Ángel Enrique Brandazza” (La misma información puede leerse en “Página 12” del 17-1-2010 escrita por Horacio Verbitsky). Una compañera uruguaya en forma anónima le dedicó un hermosísimo poema a “Tacuarita” Brandazza; del mismo extraigo: “Y ahí están los generales/el mayor/los militares/ahí están/En un oscuro rincón de la Edad Media/acechado por fieras semi-humanas/solitario y sólo/estaba Angel Brandazza y entraba un general y un general salía/y entraba aquel mayor y otro mayor salía/y muchos militares policías/sobre su sombra joven se inclinaban/¿ojos claros tenía? ¿y ese perfil de niño?/¿de dónde habrá sacado fortaleza este flaco del carajo y con principios?/Husmeaban, olían y olfateaban/las negras bestias lo que fue su cuerpo/tratando aún de apresurar palabras/que de venganza o de amor/quedaron por adentro/y no hay nada que hacer/se llevó la boca el corazón el alma y la idea/la peor idea/eso que quisieron arrancarle con picana/con golpes con heridas quien sabe con qué mierda”. El 8 de abril de 2005 el cineasta Jorge Jäger estrenó en Rosario un documental de su autoría: “Me llamo Brandazza, me secuestra la policía”; una clara apuesta a la reconstrucción de la memoria popular.