Nacidos y criados en Córdoba, a partir de 1971, los Budassi eligieron el norte bonaerense para su nueva vida. En San Nicolás de los Arroyos, ingresó al colegio Don Bosco donde cursó estudios secundarios entre 1972 y 1975; como el compromiso social era parte de los estudiantes, en tal sentido dio sus primeros pasos, de los 15 a los 17 años, en el Movimiento Juvenil Diocesano, de raíz católica. Pero bastó un viaje a un pueblito de pescadores en la provincia de Santa Fe, donde convivió con ellos un mes y medio, para a su regreso, elegir una opción social y política al mismo tiempo. Comenzó a militar en el peronismo, en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Fue una bisagra en su vida. Llegó a estar un año en Rosario como estudiante de Medicina, viviendo en pensiones y militando en los barrios. Hacia fines del ’76 cuando ya todo era siniestro, pegó la vuelta al pago para trabajar en la panadería de sus padres. Pero su militancia no había pasado desapercibida para los verdugos entorchados y el 4 de mayo de 1977 lo secuestraron en plena calle; hizo tal alboroto resistiendo su secuestro que parroquianos de un bar lo reconocieron y avisaron a sus padres; si esa circunstancia trágica hubiese pasado en Rosario y no en San Nicolás como sucedió, el “Cholo” Budassi hubiera sido hombre muerto. Torturado y desnudo en un sitio oculto, logró escapar a medias, pero fue nuevamente aprehendido y llevado a la Brigada de Investigaciones. De ahí lo legalizan y lo llevan a la comisaría 1ª de Junín para luego ser trasladado a la Unidad Penal Nº 3 de San Nicolás. Supo que salvó su vida porque por él pidió “aparición con vida” un valiente: Monseñor Ponce de León, que poco tiempo después muriera en un “accidente” fraguado por los mismos militares. En abril del ’78 lo trasladaron a Devoto. Le dieron 8 años por “asociación ilícita”; pero él se mantuvo fiel a las banderas del peronismo revolucionario. Estuvo detenido un mes en La Plata y luego en el siniestro penal de Sierra Chica. Sale en libertad para la Navidad de 1982 con motivo de una amnistía teniendo 25 años de edad. En esta nueva etapa, dedica su vida a los derechos humanos. Fue secretario de DD.HH. del gremio de los maestros (SUTEBA) y de la Confederación de Trabajadores Argentinos (CTA) del 2006 al 2009 en San Nicolás y Secretario de Comunicación de dicha seccional del mismo gremio entre 2009 y 2013. También en el rubro DD.HH. colaboró con el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) recabando información contextual sobre compañeros del peronismo revolucionario desaparecidos en esa zona. Con motivo de los 30 años del golpe, en marzo de 2006, en el Concejo Deliberante de su ciudad, dijo públicamente recordando a sus compañeros: “La justicia social y la liberación nacional por la que lucharon, todavía es una promesa incumplida. Nuestros compañeros están aquí porque nunca bajaremos las banderas”. Falleció el 16 de diciembre de 2016. Desde la CTA San Nicolás, su Secretaria General, Bibiana Giglio lo despidió con estas sentidas palabras: “Adiós Cholo. Lo más fuerte de lo que buscabas lo encontraste. Hoy te encontrarás con los centenarios que te esperan para abrazarte, agradecer y festejar con un vino Lambrusco la Memoria, la Verdad y la Justicia lograda en la causa de Ustedes, esos pibes salesianos. ¡Hasta la Victoria Siempre y Viva Perón carajo!”. Hace referencia al grupo de ex alumnos del colegio Don Bosco antes citado que fue secuestrado oportunamente, por el Primer Cuerpo de Ejército (hay dos “desaparecidos” entre ellos), que quería atacar al obispo local: la Causa llegó a juicio en democracia, Budassi dio testimonio y fue condenado el genocida Manuel Saint Amant que veía en esos jóvenes un “nido de subversivos”. A Budassi lo conocí en diciembre de 2002 cuando se presentó por correo electrónico para pedir mi colaboración ya que estaba ocupándose de la reconstrucción histórica de la Columna 17 Paraná de Montoneros, más conocida en la jerga como “La Ramona Galarza”. Recuperaba nombres de militantes que ya no estaban entre nosotros y les daba nombre, apellido y acciones realizadas. Los volvía a la vida, esa misma que dieron por un mundo mejor. Obviamente que puse mi archivo a su disposición, y nos carteamos seguido. Luego a Budassi lo vi personalmente y nos estrechamos en un fuerte y emotivo abrazo cuando se llegó personalmente a Rosario para estar en una presentación de mis libros de Documentos. Era una gran persona y su mirada trasuntaba firmeza, transparencia y confianza a la vez. La misma que puede observarse en la foto que ilustra esta reseña.