“Toto”. “Chacho”. Nacido en La Cumbre, Departamento Punilla, provincia de Córdoba, un 10 de enero de 1942. Fue el mayor de cinco hermanos. Ordenado sacerdote en la congregación de los curas franciscanos capuchinos (Iglesia Santa María de los Ángeles en el barrio porteño de Saavedra), formó parte de la “Fraternidad de los Hermanitos del Evangelio”. En 1971 cumplió sus tareas pastorales en las barriadas pobres asentadas en la barranca del río Paraguay, en Formosa. En 1972 hizo lo mismo en una villa miseria de Mataderos en la Capital Federal, estando a su cargo también la organización de jóvenes de clase media que fueron a dar una mano a los más necesitados. Integró el Movimiento Villero Peronista (MVP). Presbítero. Formó parte del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM). Integrante de los peronistas montoneros “Cristianos para la Liberación”. Extracto, de una carta enviada por el Hermano Bustos: “Te estoy escribiendo desde mi nuevo rancho. Con otro compañero capuchino, también sacerdote, hemos venido a vivir a esta villa miseria de Mataderos. Para muchos será extraño. Para nosotros no, ya que entendemos que el Evangelio ha de ser vivido plenamente entre los más pobres. Tenemos una pequeña capilla y los domingos celebramos la Eucaristía para la comunidad. Nos ganamos la vida como cualquier hijo de vecino. Hasta hace poco trabajábamos en pintura de casas y departamentos, ahora estamos trabajando en un taxi. Vamos así tirando. Esa es la vida de los hombres y la Iglesia ha de encarnarse en esa vida”. Un día su padre lo increpó por la vida arriesgada que estaba llevando a cabo y él le respondió: “Papá, es mejor vivir un año como león, que cien de cordero”. Bustos fue secuestrado un viernes santo en la Iglesia de Nueva Pompeya, el 8 de abril de 1977. Un obituario de “Página 12” aparecido el viernes 8 de abril de 2005 recuerda sus palabras: “Y ustedes… ¿de qué lado son? … Se tiene que vivir el Evangelio en medio de los más pobres. Uno no puede predicar el Evangelio en la comodidad de una vida burguesa, desde la altura solemne de un púlpito. Cristo vivió como un pobre y murió en la más extrema pobreza…”. Actualmente, una de las paredes de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, del barrio de Villa Lugano, le rinde un justo homenaje. Héctor Rodríguez lo recuerda a Armando Carlos Bustos de este modo: “Nos vimos por última vez en una cita, días antes de tu secuestro. Yo era tu responsable en esos días. O tal vez solo el compañero que te mantenía enganchado a Montoneros. Ese día insististe en no salir del país. Quedamos en una nueva cita, días después, para darte documentos, no recuerdo bien. Nunca fuiste a la cita. Te habían secuestrado y en ese momento estabas sufriendo heroicamente tu calvario cristiano y montonero. Contra todo criterio de seguridad volví un par de veces a la cita. Nada. Me cuidaste, como lo hicieron otros tantos compañeros, antes y después. Pocas semanas antes habías bautizado a mi hija Teresa. En una disparatada operación clandestina a la que vinieron mis Viejos. Cosas de la época… Carlos querido, te llevo siempre en mi corazón”.