Roberto
Baschetti

Campero, Juan Carlos

Muchacho sufrido, hijo de madre soltera, peronista desde siempre y seguidor a ultranza de Eva Perón. Militante peronista barrial en Pergamino, provincia de Buenos Aires. Trabajaba en el ferrocarril y en el año ’55 lo echaron y fue preso por su ideología partidaria durante 8 meses. Salió de la cárcel con una mano adelante y otra atrás y una familia por alimentar. Se vino para el Gran Buenos Aires en busca de mejores horizontes: primero trabajó en una fábrica de vidrio en Avellaneda, donde fue apodado “Tupa” por sus compañeros y elegido delegado gremial. Después se puso un negocio de forrajería y verdulería en Lomas de Zamora, en la misma casa donde vivían. Se sumó a la Resistencia Peronista desde el vamos y al “Luche y Vuelve” de los jóvenes tiempo después. Se incorporó a Montoneros. “Mi papá estaba en la Plaza cuando Perón echó a los ‘imberbes’ y se dio cuenta que el General estaba mal influido” señala su hija Juana Eva. Cuando vino Cámpora en 1973, lo reincorporaron a su trabajo del ferrocarril del que había sido injustamente dejado de lado. Pero nuevamente lo echaron por su compromiso peronista, el 7 de julio de 1977. Empezó a hacer changas como obrero de la construcción, para sobrevivir y llevar un peso a su familia. Siguió organizando reuniones en casa de militantes de las barriadas más marginales de la Zona Sur del Gran Buenos Aires. Fue secuestrado el 5 de enero de 1978 en su domicilio de Ombú 2788, Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires y llevado al Colegio Militar de la Nación, sito en Palomar, también provincia de Buenos Aires. Con él, se llevaron a su hija y a su esposa Haydeé García Gallo, quien fue vista muy golpeada y torturada antes de su asesinato. Los compañeros de cautiverio sobrevivientes de Campero, recuerdan que quedó sordo por los golpes que le propinaron. Fue asesinado a la edad de 49 años. Su hija Juana Eva aporta más datos a esta breve reseña: “Cuando entré a Campo de Mayo (En “El Campito”) dejé de ser quien era y pasé a ser la detenida número 5.498. Me dijeron eso, que solo tenía que recordar ese número y las dos letras del candado de los grilletes: H.I.”. Ahora es madre y abuela joven: “Mi primer nieto nació un 24 de marzo y la segunda y el tercero nacieron un 7 de enero, la misma fecha que la del día que vi por última vez a mi madre y a mi padre”. “Todos fueron torturados, golpeados y picaneados. Mis padres estaban muy mal, muy lastimados. Mi mamá tenía muchas marcas en el cuerpo y el ojo derecho que parecía una pelota, destrozado”.