Roberto
Baschetti

Camps, Alberto Miguel

Nació el 12 de febrero de 1948 en Capital Federal. Ex alumno del Colegio Nacional Buenos Aires (promoción 66). Estudiante de bioquímica. Participa en la quema de los supermercados “Minimax” del magnate yanqui David Rockefeller. En marzo de 1969 ingresa a la Facultad de Medicina de la UBA en donde milita en una organización estudiantil de izquierda. Dos meses más tarde ingresa a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) que lo tiene como uno de sus más entusiastas activistas. Toma parte del copamiento de la ciudad de Garín, en la provincia de Buenos Aires, el 30 de julio de 1970, operativo que permite conocer a la ciudadanía la existencia de esta organización revolucionaria. En sus brazos muere malherida por la represión, su primera compañera de vida y militancia Liliana Raquel Gelín (ver su registro). El 29 de julio del mismo año cae detenido durante el frustrado asalto a la sucursal “Fuerza Aérea” del Banco Provincia de Córdoba. Es enviado detenido a Rawson. Allí el 15 de agosto de 1972 combatientes de FAR, Montoneros y ERP protagonizan una espectacular fuga de una cárcel considerada de máxima seguridad. Por fallas de sincronización no pueden irse todos; Camps está en este grupo. Las fuerzas represivas garantizan públicamente por sus vidas cuando se rinden. Siete días más tarde como represalia y escarmiento son fusilados en sus celdas. (“Masacre de Trelew”). Hay 19 compañeros asesinados y tres quedan al borde de la muerte, pero sobreviven; uno de ellos es Camps. El 25 de mayo de 1973 sale en libertad debido a la amnistía otorgada por el gobierno constitucional del Dr. Héctor J. Cámpora. Ya como militante peronista montonero es nuevamente detenido y torturado el 17 de abril de 1974 por orden de los comisarios Villar y Margaride. Un año más tarde toma la opción de salir del país y se va al extranjero, junto a su compañera, la socióloga María Rosa Pargas, quien llevaba en brazos al chiquito de ambos, nacido en la cárcel de Villa Devoto. Los bajan esposados de un patrullero y los depositan en un avión. Adentro del mismo, María Rosa, le sacó el pantaloncito al niño y colocó la prenda, invertida, dada vuelta, en la ventanilla de la aeronave, haciendo así la “V” de la victoria a familiares y amigos que los despedían a lo lejos. Camps reingresa a nuestra patria en forma clandestina en febrero de 1976 para sumarse a la lucha, primero contra un gobierno que entregó las banderas históricas del peronismo y luego, enseguidita nomás, contra la dictadura militar, el verdadero poder detrás del trono. Nacido en 1948, cae en combate, el 16 de agosto de 1977, cuando efectivos militares del Comando de Zona I, lo intiman a rendirse, luego de sitiar su vivienda ubicada en la calle Beltrán 451 de Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires. Al momento de su muerte, Camps (“Gervasio”, “Felipe”, “Quique” como sobrenombres) era secretario de la Columna Sur de Montoneros. Fue enterrado como N.N. en el cementerio de esa localidad. En el año 2000, luego del trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense sus restos fueron entregados a familiares. Resulta curioso y a la vez instructivo conocer como las fuerzas represivas llegaron a dar con su casa. Un oficial de Inteligencia del Ejército al que denominaban “El Inglés” y/o “Dávila” (Douglas Patrick Dowling. Se retira con posterioridad del Ejército en 1987 con el grado de Teniente Coronel; fallecido el 4/10/2000 sin condena) preguntando en la tortura a quienes integraron la Columna Sur de Montoneros, llegó a saber que en la casa de Camps se habían hecho algunas reuniones, pero que ninguno la podía ubicar pues los habían llevado tabicados. Preguntando más detalles se enteró de que en las reuniones, con el mate, comían unos bizcochitos artesanales, que se compraban en una panadería cercana y que tenían un gusto muy particular, como si fueran masas vienesas. Como “El Inglés” sabía que la casa en cuestión era por Lomas de Zamora, mandó a comprar galletitas a todas las panaderías de la zona hasta que dio con la que los secuestrados identificaron como la buscada. Decidió entonces montar una guardia disimulada en las cercanías de la panadería señalada. Por fotos o por delación de alguno, ubicaron en la calle a María Rosa con su hijo. La apresaron, amenazaron de muerte a la criatura y ella terminó dándoles la dirección y llevándolos a su casa.