Campuzano, María Mercedes

Fotografía de ella con sus hijos. “Nancy era el apodo con que la conocían todos en el barrio; ella bromeaba con que era su nombre artístico, ya que además se daba tiempo para pintar, dibujar, hacer esculturas y artesanías. Su nombre era María Mercedes Campuzano. Nació un 10 de agosto de 1947 en Mariscal Estigarribia, Paraguay. Cuando tenía tres años de edad, ella, su madre, María Digna Nuñez, y sus tres hermanos se radicaron en Clorinda unos años, para luego ir a Chaco donde la pasaron muy mal cuando se incendió su vivienda y debieron vivir un tiempo en una carpa. Luego de esa desgracia se radicaron definitivamente en Posadas, Misiones, en 1973. Doña María los crió en soledad y les inculcó los valores del trabajo, el esfuerzo y de la solidaridad para con los demás. Esos principios fueron la base de toda la vida de Nancy, los puntales que la llevaron a ser lo que fue. Recién llegados a Posadas, Nancy trabajó en restaurantes como ayudante de cocina. Vivían en la Chacra 38, al norte de la ciudad, sobre la avenida Lavalle, junto a un monte virgen e impenetrable. En aquella época eran las afueras de Posadas. Allí se instalaron muchas familias que, al igual que Nancy, construyeron sus humildes casas de madera y chapas. La de Nancy eran dos casillas, una sobre la calle y la otra unos metros hacia el interior de la Chacra. Ella vivía en la segunda, más adentro; la primera, la que daba a Lavalle, se llenó de historias: historias ajenas pero propias, historias de una solidaridad que fue más peligrosa, historias de compañeras y compañeros, historias de militancia, historias de revolución, historias que marcaron la profundidad de la solidaridad de esta mujer que no solo se brindó al barrio y a los vecinos, sino que fue mucho más allá, donde la vida y la muerte se cruzaban, donde no solo el pan y el abrigo eran la entrega sino también un compromiso con su pueblo por encima del vecindario y de Posadas”. Aquella casa, la primera se llenó de “tíos” que venían corridos de otros lados, “acorralados por las garras asesinas de la dictadura”. Cuenta la propia Nancy: “Fueron muchos los compañeros que llegaban a mi casa. Y cuando venía algún compañero de alto riesgo, Julio Gómez y Milagro hacían la seguridad, Milagro adentro y Julio afuera. Y para los chicos todos eran tíos o tías, los nombres no existían (…) en la chacra nos avisábamos enseguida de boca en boca –no había teléfonos ni nada- cuando se venía una redada en tal o cual chacra. Nos enterábamos por las contraventoras; siempre las estaban llevando presas por una cosa o por otra, y ellas escuchaban y avisaban. Una de ellas que era vecina, le decían que le sacaban los prontuarios si les contaba todo lo que sabían de mí, pero ella no abría la boca”. Nancy fue una de las miles de personas, que se jugaron haciendo el apoyo al peronismo montonero, aun en las situaciones más difíciles. Tuvo un final triste. Nos cuenta su hija Fabiana: “Mamá empezó a enfermarse. Tuvo un infarto en 2001 y ahí se descubre que era diabética. Además, tenía asma, que se agudizaba con el polvillo de los colchones que ella hacía. Por la diabetes empezó a perder la vista. Falleció el 30 de julio de 2013”. Los compañeros hicieron un poema imperecedero a su memoria y en su homenaje, que lleva por título “Nancy la colchonera” y que dice así: “Nancy la colchonera / Nancy madre, hermana y compañera / Nancy paraguaya y misionera / Manos cálidas, corazón de acero / Cielo de chactas, barrio y barro / Amparo de sueños rebelados / De Juan el Negro, de Arturo y de Fernando / Milagro, Graciela y el Gringo / Miguelito, Julio, Manuel / Refugio de tíos y de todos / Nancy alegría, Nancy pueblo / Nancy coraje y compañera / Mujer entera y colchonera / Nancy bandera”. (Todos los entrecomillados de esta reseña fueron extraídos del libro “Fernando “escrito por Gustavo Piérola en el año 2022).