Roberto
Baschetti

Carlino, Alfredo

“Petiso”. Premonitorio, nació un 17 de octubre de 1932. Vecino de Avellaneda en la provincia de Buenos Aires. Boxeador en su juventud. Más acá en el tiempo, periodista y docente. Pero sobre todas las cosas un poeta popular y animador de la noche porteña. Peronista ya desde el 17 de octubre de 1945, siendo un pibe, cuando fue a la Plaza de Mayo a rescatar al Coronel Perón. Explica: “Para nosotros que en esa época éramos adolescentes, Perón era lo nuevo y nos entregamos con pasión a sus ideas. Él había entendido que los trabajadores eran importantes para la transformación revolucionaria. De a poco les fue devolviendo los derechos, y con gran lucidez, organizó a los sindicatos en la CGT y se alió a algunos intelectuales forjando una conciencia nacional antiimperialista”. Con tan solo 13 años de edad y hasta 1952, comenzó a trabajar en un diario británico llamado “The Standart”, sintetizando las noticias de los cables. Como periodista paso por los diarios “Noticias Gráficas”, “Democracia” y las revistas “Ahora” y “Mundo Deportivo”. Luego fue redactor de Presidencia de la Nación hasta la caída de Perón en 1955 por un Golpe de Estado. Se sumó a la Resistencia Peronista. Sufrió exilio en Montevideo para aquel entonces, conjuntamente con ese gran amigo de su padre que era don Arturo Jauretche. Por sus ideas y por su militancia, Alfredo Carlino estuvo en las listas negras de tres dictaduras: la de los generales Aramburu, Onganía y Videla. Durante el tercer gobierno peronista fue nombrado Coordinador de Prensa y Difusión. Con la instauración de la última dictadura cívico-militar que asoló nuestra patria, marzo de 1976, se dedicó a la venta de libros fundamentalmente de psicoanálisis para sobrevivir, además de los suyos propios. (Para entonces, tuvo la inmensa suerte de rescatar a su hija de las garras de los dictadores y verdugos). Pero fue por más: para 1997 ya tenía comprada una casa en el barrio del Once que había sido propiedad de la familia Fumarola, uno de los más famosos sastres porteños de principios del siglo XX; uno de cuyos hijos, Julio César, fotógrafo de gran talento, fue secuestrado y asesinado en los bosques de Ezeiza por la Triple A durante el tercer gobierno peronista. En esa casa formó un Ateneo para resistir culturalmente. Y en el mismo sentido, el 17 de octubre de 2014 inauguró otro centro cultural en la avenida Hipólito Yrigoyen de su querida Avellaneda durante la gestión del intendente Ferraresi, donde jóvenes y “viejos” entonaron la Marcha Peronista y cánticos de apoyo a Néstor y Cristina.De memoria prodigiosa fue consultado por Leonardo Favio para su monumental film “Sinfonía de un sentimiento”, sobre la historia del Peronismo. El propio Perón le guardaba alta estima al poeta, a punto tal que un cuadro con el retrato de Alfredo Carlino que tenía en su residencia madrileña, hasta hoy se conserva en el Museo Perón en la localidad de Lobos, provincia de Buenos Aires. (Perón allá en Madrid, tenía el de Alfredo, el del cantante Hugo del Carril, el de la actriz Rosita Quiroga, uno del maratonista Delfor Cabrera y otro del corredor de autos Froilán González; sus preferidos). Carlino falleció el domingo 25 de marzo de 2018. Lo velaron en la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires al día siguiente, estando entre los presentes los historiadores Enrique Manson y Roberto Baschetti y el investigador del “Instituto Juan Manuel de Rosas”, Pablo Adrián Vázquez. Los nombres de algunos de los libros de poemas de Carlino, me eximen de todo comentario en cuanto a su temática: “Operita metalúrgica para Felipe Vallese”;“17 de Octubre, la celebración de la multitud ardida”; “Canto a la Resistencia Peronista”; “Evita: del 17 de Octubre a la caída”; “Perón, siempre de Juan”; “Chau, Gatica”; “Bailarín canyengue”. A lo largo de su vida recibió numerosas distinciones entre las cuales pueden mencionarse: Faja de Honor de la SADE, ciudadano ilustre de la ciudad de Buenos Aires (2003), una calle con su nombre en la localidad de Wilde, partido de Avellaneda en 2015. “Primavera esfumada” es un poema que Alfredo dedicó a la Gloriosa Juventud Peronista de los ’70 y aquí va en su versión completa: “Jóvenes y adultos muertos por odios y balas / Los fenecidos en la atrocidad del suplicio / Seguramente, se deslumbraban con los vitraux de viejas casas barriales / Amaron al amanecer señoritas transparentadas de sol vestidas de rocío y de cristal con extrañas boinas que realzaban las ganas y bocas voraces para lucir la miel de los sueños / Los compañeros abrían la lámpara mágica y seducían a duendes y demiurgos / Levantaban fantasías difíciles de resistir / Andaban de vino en las peñas floreciendo ideas, cantando añoranzas, tangos, que armonizaban en la melodía y furiosos rocks con aromas nacionales / De pronto les sangraba esa música de lealtades, la “marchita” y el Perón irremediablemente, sostenido hasta la última gota”.