Roberto
Baschetti

Casajús, Miguel Ángel

Su hermana María Cristina es quien nos cuenta sobre Miguel Ángel: “Miguel comenzó a militar en Montoneros. Como todo joven tuvo sus ideales hasta último momento y lo bien que hizo. Él militaba en Villa Rubencito. Nosotros éramos una familia numerosa y todo lo que podía llevarse de mi casa se lo llevaba. Sábanas, colchones, todo iba a parar a otra gente que no tenía. Un día decía: ‘A ustedes les está sobrando esto’ y se lo llevaba. En una época teníamos en el garage cinco camas y a medida que se fue comprometiendo con la militancia se iba llevando aquello que otra gente necesitaba en Villa Rubencito. Miguel hizo de todo. Cuando tenía 12 años sabía hablar inglés, escribir a máquina, el último año de primaria 6º y 7º grado los hizo juntos. Jugaba en el equipo de Defensores de Cambaceres de número 5, parece que era bueno porque jugó muchos años en el club; además le gustaba el deporte, iba al Náutico a nadar y hacía remo. Miguel era una persona que tenía un gran poder de pararse en cualquier lugar y llamar la atención por la forma de hablar, esa comunicación, ese gancho natural que tenía. Mi papá no estaba de acuerdo con su militancia, pero mi mamá le hacía notar siempre que cuando mi hermana y yo eremos chicas, mi papá hacía panfletos para el Partido Comunista, entonces mi mamá le decía: ‘Vos hacías lo mismo con 22 años’, claro que era otra época, pero bueno, algo de eso le habrá quedado a Miguel, y desde entonces siempre había ese roce con mi viejo. Con el tiempo empezó a espaciar sus visitas a casa. Obviamente se iría a militar. Con el tiempo me contaron que él era el que ponía “miguelitos” en la calle Bossinga, -por el año 75-, a los vehículos militares que pasaban para hacer rastrillajes”. Después del golpe dejó su trabajo en Propulsora Siderúrgica (estaba allí desde 1969) pero redobló su militancia en el peronismo montonero. A la edad de 24 años fue secuestrado-desaparecido en Ensenada, ciudad cercana a La Plata, el 7 de diciembre de 1976. Roberto Detri, compañero de trabajo, afirma “era muy buen compañero, buen tipo, luchador, tenía sus convicciones muy firmes, y no lo ibas a convencer así nomás de cualquier cosa. Miguel tenía esa idea de ayudar al más necesitado. Quería una política distinta a la que tenemos hoy, hacer un país mejor en base al trabajo y la dignidad. Hubiera sido un buen político, tenía carisma, cuando hablaba te daban ganas de escuchar, aunque se iba a la mierda cuando se embalaba. Él hablaba en las asambleas, pero también cuando estábamos en grupo. Nosotros estábamos 16 horas por día dentro de la fábrica y por ahí hacíamos un parate a las 2 de la mañana, el momento del mate, del bife y él, buen encarador, bajaba línea, sabía lo que hacía. Se notaba que era un tipo que leía por la forma en que se expresaba en tanto nosotros éramos unos cuadrados que podíamos escuchar y aprender lo que nos estaba enseñando. El resto nos lo enseñó la vida”.