“Torda”. “Cebolla”. En “Página 12” del lunes 23-8-2010, con motivo de inhumarse el 20 de ese mismo mes, sus restos en el cementerio de Pilar “Jardín de Paz”, sus familiares dieron a conocer este documento del cual extraigo lo esencial: “Alicia, nuestra querida hija, hermana, tía y compañera, desapareció el 23 de marzo de 1977. Tenía 27 años, cumplió los 28 en el campo de concentración ‘El Vesubio’, nueve días antes de su salvaje asesinato por decisión del coronel Durán Sáenz y los delincuentes que lo rodeaban, con los que asesinaron sin límites, sin juicio, sin razón, robaron bienes y robaron hijos, todo en nombre de una supuesta guerra santa. Hoy, a 34 años del golpe, todavía se desconoce el paradero de miles de compañeros (…) Ella fue una víctima más de la locura e indiferencia de una nación a la cual siempre le costó reconocerse como tal, por eso se sumó a una lucha, harta de golpes militares, harta de injusticias, harta de proscripciones arbitrarias, y la sostuvo hasta el final (…) Es difícil hablar de Alicia sin que todo parezca exagerado, porque ella, sin eufemismos, honró la vida a cada paso. Mejor alumna, mejor compañera, mejor amiga, mejor promedio en su carrera universitaria, mejor defensora de pobres y ausentes, desde muy joven no toleraba la injusticia. Su compromiso con la sociedad fue siempre claro, desde los 14 años fue voluntaria en la Casa Cuna donde terminó de definir su vocación por la Medicina. Cuando en la década del ’70 se expanden en Argentina los movimientos revolucionarios en busca de justicia social, no pudo quedarse al costado. Su paso por la militancia fue breve pero muy intenso, como todo lo que hizo, ya que no tenía escalones en sus decisiones. Con Pepe (Roque Ignacio Gioia. Ver su registro), convivían desde un año antes de ese 23 de marzo de 1977; fueron detenidos simultáneamente, él fue asesinado en el momento de la detención, ella fue vista durante un mes más, en El Vesubio. Cuando entendió que tenía que comprometerse, lo hizo sin medias tintas, no vaciló en dejar de lado sus logros personales. Para ella, la vida fue un desafío y así la encaró desde el principio al fin. Por eso fue capaz de decirles a Durán Sáenz y sus convidados que eran ‘todos criminales’ y que ‘la historia no los iba a perdonar’. Por el testimonio de los sobrevivientes de El Vesubio supimos que al día siguiente -28/4/77- fue trasladada. Alicia no bajó la guardia. Tomó el camino de enfrentarlos y lo sostuvo hasta el final. Además del dolor, que su perdida nos produce, su historia nos enorgullece. Alicia honró la vida. No olvidamos. No perdonamos”. Otros datos: ella fue secuestrada en Rincón al 300, Banfield, provincia de Buenos Aires, en la fecha antes citada. Hasta su inhumación definitiva fue enterrada como N.N. en el cementerio municipal de Lomas de Zamora. Hizo una brillante carrera profesional: se recibió como doctora con 23 años en 1972. Cursó su residencia en Clínica Médica y posteriormente se especializó en Terapia Intensiva en el Hospital Italiano. Concomitante con ello trabajó como Médica de Guardia en los Hogares ‘San Esteban’ del Dr. HarrindeguiGarrone y en la Terapia Intensiva del sanatorio Santa Isabel. En 1976 fue nombrada por sus méritos Jefa de Residentes del Hospital Italiano. Como médica militaba en Montoneros en el área de Sanidad. Su madre, Ofelia Cambiaggio, en 2009 a través de Editorial Dunken, escribió “Ausencia. Relato de la madre de una detenida desaparecida”.