Nacido en Buenos Aires el 28 de diciembre de 1946. Le decían “Beto” y también “Cabezón”. Gozaba de un humor ácido que a veces se convertía en humor negro. Estudió para ser sacerdote. Militó en Juventud Peronista y Montoneros (Columna Oeste. Allí era “Daniel”). Según quienes lo conocieron, Roberto, junto a otros jóvenes, al principio, realizó trabajo social y de catequesis en el barrio Pericón, Merlo Sur y también, luego, en Merlo Norte donde fue uno de los fundadores de la Unidad Básica “Evita”, siempre en busca de una sociedad más justa y solidaria. Fue secuestrado-desaparecido el mismo día que su esposa (María Teresa Trotta, ver registro), en Merlo, provincia de Buenos Aires, el 28 de febrero de 1977. María Verónica, su hija, recuerda de sus progenitores: “Fueron compañeros entrañables. De los mejores hijos del Pueblo. Trabajaron, lucharon; solidarios y lúcidos apostaron por la Vida”. También hace mención a la falsificación de la historia puntual, personal, íntima, que vivió a partir del secuestro de su padre que ella presenció con sólo dos años de vida. Por su edad el recuerdo de los hechos se borró y fue ocupado por la mentira que le contó su tío (hermano de su padre y comisario de la Policía Federal). “Me dijo que mis papás se habían ido de viaje y que iban a volver cuando yo cumpliera quince años. En segundo grado, mi compañera de banco me dijo que no podía ser tan tonta de pensar que unos papás se iban a ir de viaje tanto tiempo, que era evidente que estaban muertos”.