El día 9 de noviembre de 1971 en Córdoba, falleció a causa de las heridas de bala recibidas, este militante de las FAR, comprometido en el secuestro de un alto ejecutivo de la empresa automotriz FIAT; empresa imperialista en conflicto gremial con sus trabajadores, muchos de los cuales ya había despedido. “Quique Castilla difícilmente se parecía a esa imagen distorsionada que presentaba la burguesía de nuestros combatientes; si se parecía mucho en cambio, al modelo real del guerrillero. Era un compañero modesto y tranquilo, de un nivel político mediano, dotado más bien de un sólido sentido común y de una profunda intuición popular, antes que de una depurada formación teórica (…) Su entrada a la lucha armada fue muy especial: llevaba dos años en Europa (estaba en Suecia enseñando castellano) cuando se enteró de la muerte del Che. Eso fue suficiente. Miró su vida, contó sus días y supo lo que tenía que hacer. Ni puteó, ni se compró un poster, simplemente dejó todo y se volvió a Tucumán, a pelear su guerra; fue uno de los oídos receptivos y sólo demoró lo imprescindible para agacharse a recoger el fusil caído en El Yuro”. Así cuentan su ingreso a la guerrilla sus compañeros prisioneros de guerra en la cárcel de Villa Devoto. Buen jugador de fútbol, excelente cocinero, admirador del “Chicho” Allende, detrás de sus ojos azules grandotes y su piel rosada se escondía la férrea decisión de ese guerrillero que luego de tomar con otros compañeros la comisaría de Garín se fue a comer pizza por ahí, porque dijo: “Cada uno festeja como le gusta”. Lo mataron de una forma fulera que no hace otra cosa que demostrar fehacientemente la falta de valores morales de los represores. Había conseguido escapar del cerco a la casa operativa y llegar hasta una villa de emergencia. Allí se parapetó en un rancho donde había una mujer y varias criaturas. La policía lo rodea. Si Quique se resiste, el tiroteo se puede llevar la vida de algunas de las criaturas o de la madre inclusive. Sale con los brazos en alto. Recibe dos tiros en el pecho y uno de remate en la cabeza.