Los sectores burocráticos vandoristas y paladinistas insertados en el Movimiento Nacional Justicialista, se abroquelan detrás de una política negociadora con las FF.AA. (en el poder en Argentina) para impedir el regreso de Juan Domingo Perón a la Argentina o bien negociar esa vuelta de manera tal que se volviera inocua. El local central del Partido está en sus manos y la política general que promueven es la desmovilización. Un grupo de compañeros de Juventud Peronista decide hacer acto de presencia para recuperar aquel espacio para el Pueblo y para Perón. El 11 de noviembre de 1971 el intento es criminalmente repelido por los pistoleros atrincherados en el local, resultado heridos varios de los recién llegados. Entre estos se encuentra el militante de Juventud Peronista Enrique Castro, quien días más tarde falleciera luego de ser víctima de un cobarde ataque en su lecho de enfermo en un hospital, cuando un matón a sueldo del sindicato de Luz y Fuerza (Vicente López) se introduce de incógnito al nosocomio y en complicidad con la custodia policial en un acto de salvajismo que caracteriza a este tipo de sujetos sin escrúpulos, le arranca los drenajes de las heridas provocándole su muerte.